Filosofía

Euritmia

Publicado por Ruben Avila

euritmiaCuenta Jenofonte en su libro Recuerdos de Sócrates, que estando el maestro hablando con el armero Pistias, éste le aseguro que se tenía que considerar que las corazas tenían buena proporción si se ajustaban correctamente al cuerpo del portador. Y aunque desde un punto de vista actual nos pueda parecer extraño, estaban hablando de arte, puesto que Pistias era un artista. Los que hayan leído los últimos artículos que hemos escrito sobre el tema, sabrán que en la Antigua Grecia no sólo los pintores o escultores eran considerados artistas, también lo eran los herreros, los zapateros… Y los armadores, claro. Fue en esa época que algunos, los Sofistas, por ejemplo, comenzaron a distinguir entre artes útiles y bellas, distinción que está todavía vigente de alguna forma. Ya no llamamos artista al zapatero, tan sólo al pintor, escritor… pero el motivo es el mismo, la utilidad contra el placer estético.

La euritmia

Pero estábamos hablando sobre la conversación que mantenían Sócrates y Pistias, en la que hablaban sobre la proporción. Más concretamente, la de una coraza, que sería la correcta en el caso de adecuarse al cuerpo del portador. Pero, cabe preguntar, ¿qué sucede, entonces, con aquellos que tengan un cuerpo mal proporcionado? ¿Si hay que hacer una coraza para un cuerpo contrahecho, hay que fabricar una coraza contrahecha?

El dilema, por aclarar conceptos, consiste en si el armero debe centrarse en las buena proporciones, digamos, universales, o en tratar de ajustar la coraza a ese cuerpo malformado. Naturalmente, no para contentar al comprador, aquí no habría duda, sino para conseguir una coraza eurítmica.

Etimológicamente el concepto de euritmia significa “ritmo armonioso” y en el DRAE encontramos, en su primera acepción, que se considera la «[b]uena disposición y correspondencia de las diversas partes de una obra de arte.

Pero, en opinión del armero, no cabía duda, también en esa ocasión la coraza debería ajustarse al cuerpo, ya que ese era quid de las buenas proporciones. Es decir, de la euritmia.

Claro, analizando un poco en profundidad el dilema, podemos responder que las buenas proporciones de la coraza no son las mismas que las de un ser humano, pero Sócrates lo que hizo fue añadir una nueva distinción del todo pertinente.

Su respuesta fue asegurar que hay que distinguir la belleza de una cosa y la belleza para el que lo utiliza. Por lo que tendríamos que hablar de dos tipos de euritmia, una del objeto por sí mismo y otra del que hace uso de ella. Sin embargo, a decir de Sócrates, solamente una de ellas tiene que ver con la conformidad al fin que le corresponde.

A esta belleza, la que se adapta al fin, Sócrates la denominó “armótton”, que tiene la misma raíz que armonía. Posteriormente se denominaría “prepón”; para los romanos fue “decorum” o “aptum”, distinguiendo entre “decorum” y “pulchrum”.

Por la relación anterior, podemos comprobar que la distinción fue bastante exitosa, fue aceptada, por la mayoría de los griegos y, posteriormente, romanos.

Finalmente, junto a la armonía y a la simetría, la euritmia se convirtió en un concepto clave para los griegos.

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