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La expansión del Cristianismo, cuestiones filosóficas (I)

Publicado por Christian

Antes del conflicto existente en Roma, conocido como Crisis del Mundo Antiguo (siglo III), existía la «paz romana» preconizada por Augusto, a través de la cual se daba una política amistosa con los pueblos fronterizos, había cierta tranquilidad, y en el interior se sucedían diferentes planes de gobierno, tales como el sistema de adopción de los Antoninos, una acumulación de cargos en el sucesor, Tretarquía (esto es, división por parte de Diocleciano del Imperio en dos regiones: la oriental y la occidental, cada una gobernada por dos Césares, con poder militar y dos Augustus, con poder político).

Sin embargo, todos generaron cierta inestabilidad política. Para comprender en cierto sentido por qué se produce la expansión del cristianismo dentro del propio Imperio romano, y conocer así aquellas cuestiones de caracter filosófico que la hicieron posible, es imprescindible tener en cuenta por qué, en primer lugar, se produjo la citada crisis, cuáles fueron los factores que la desencadenaron, y por qué, finalmente, éstas favorecieron la expansión propia de ese cristianismo primario.

No en vano, existen diferentes posturas con respecto a qué produjo el estallido propiamente de la crisis en sí. Una de ellas vendría a defender la conocida como «tesis externa», la cual indicaría que esa crisis se vio muy influenciada -y estuvo provocada- por las diversas invasiones bárbaras que, desde muchos años atrás- se venían produciendo. Afectaban a todas las fronteras, haciendo una presión que el Imperio no podía soportar, y se expandían políticamente. No obstante, fueron muchos los romanos que pidieron a otros bárbaros que lucharan contra ellos mismos… algo que tuvo como resultado el estallido mismo de diversas luchas internas.

Otros autores, sin embargo, defienden la «tesis interna», que vendría a decir que la crisis estuvo única y exclusivamente provocada por una crisis propiamente interna. A Augusto a finales del siglo III le tentaba el poder; lo recibía de manos del pueblo y el Senado, y representaba un compromiso entre república y monarquía. No obstante, el principado fue una forma de poder autocrático con poderes ilimitados que reforzaban su potestad ejecutiva.

Dentro de esta crisis internas, existen o se dieron una serie determinada de problemas de muy diversa índole, que iban desde lo político hasta lo económico, pasando por la sociedad, la cultura, e incluso la propia ideología. Existe una crisis de autoridad provocada por la poca legitimidad de emperadores y militares. La excesiva extensión del Imperio impedía controlar en muy mayor complitud y de forma exacta todo cuanto sucediera en él; algo que, unido a la desaparición del ejército, motivó muchas revueltas internas, auspiciadas -incluso- por muchos indígenas que se resistieron a ser «absorbidos» por los romanos.

La corrupción de la denominada como «raza romana» por la presencia bárbara es otro factor ampliamente importante. Las capas sociales más bajas acceden al poder y hacen una mala gestión de él. La excesiva persecusión de la mano de obra esclava merma las posibilidades de evolución en el Imperio, y se producen luchas sociales que enfrentan a campesinos contra soldados.

El período de sequía que se dio en aquellos determinados momentos, aumentó aún mucho más la crisis, dado que se dieron malas cosechas que, sumado a la existencia de una serie de malas técnicas del sistema de cultivo, provocó y trajo consigo una hambruna feroz. Por este motivo, se abandonaron muchas tierras cerca de las ciudades.

El estado llevaba a cabo una dura política impositiva, pues, además de establecer impuestos para el mantenimiento exclusivo del ejército, Diocleciano transforma estos impuestos en ordinarios, los cuales eran calculados en las necesidades de alimentos naturales que el gobierno tenía, y estos se repartían a las tierras agrícolas según el rendimiento que ofrecían. Las monedas de oro eran sólo accesibles a unos pocos, mientras que las más usadas estaban devaluadas.

La transformación del ejército fue otro factor importante, pues tuvo que ver con el fin de las conquistas de los romanos, y sobre la concepción nueva que se estaba teniendo con respecto a las fronteras. Éstas necesitaban técnicas defensivas, y mantener al ejército necesitaba mucho dinero, por lo que los impuestos, las propiedades del Imperio y las regalías (esto es, propiedades en que se paga un impuesto por su uso) se agravan.

La presión de los pueblos considerados como «bárbaros» provocó la huída de los ciudadanos, los cuales se retiran al campo, algo que provoca la pérdida de importancia del mundo rural. El latifundio rural se convierte en imprescindible, alejándose de las ciudades. Se venden las tierras cerca de las ciudades, y se compran en estos latifundios. En este caso, huyen las capas más desfavorecidas de la población. Lamentablemente, aquellos que no encuentran cobijo en los propios latifundios, se convierten en mendigos o se unen a los «bárbaros».

Y es que, tal y como estamos viendo, y podemos llegar a suponer, ambas teorías pueden ser simplificadas para dar lugar a otra tesis: en el período de crisis, la presión bárbara es mayor, aunque se desconoce -ciertamente- si esta presión estuvo influenciada porque se sabía que Roma estaba en crisis.