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El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

El título de esta entrada se corresponde con una tesis que se hizo bastante famosa a partir de Jean Jacques Rousseau (1712-1778), quien propuso la hipótesis del buen salvaje. La idea de Rousseau era justificar el Estado, el cual existiría porque los hombres deciden unirse por la imposibilidad de vivir en solitario. Es un mal necesario. Y es precisamente la cultura y la vida social la que corrompe la naturaleza humana, pues tal y como el filósofo ginebrino concibe a los seres humanos, estos nacen buenos.

el hombre es bueno por naturaleza

Aunque el estado de naturaleza es conforme a la naturaleza del ser humano, este decide dejarlo porque su vida así es muy precaria. Eso incluso a costa de dejar de vivir según su naturaleza solitaria y bondadosa.

Rousseau como reacción a Hobbes

Alrededor de un siglo antes, Thomas Hobbes (1588-1679) asistía a la caída del feudalismo y al nacimiento de un nuevo orden. Los estados nacionales estaban emergiendo y el poder político cada vez se centralizaba más. En este contexto, Hobbes veía la monarquía absoluta como un modo de salir del estado de naturaleza, en el que el ser humano, malvado y cruel de nacimiento, vivía matándose y conspirando unos contra otros. Así que la tesis contraria a la defendida por Rousseau, fue previamente propuesta por el filósofo inglés.

La influencia de la sociedad en la moralidad

La sociedad, con sus normas y leyes, juega un papel crucial en la formación de la moralidad de un individuo. Desde la infancia, se nos enseña a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Se nos inculcan valores y se nos enseña a comportarnos de ciertas maneras. Pero, ¿qué pasaría si no tuviéramos estas influencias sociales? ¿Seríamos naturalmente buenos, como sugiere Rousseau, o naturalmente malos, como argumenta Hobbes?

¿Es mi perra buena por naturaleza?

A veces me pregunto si mi perra es buena de nacimiento. Obviamente, de serlo, ella no estaría corrompida, pues aunque vive en la sociedad con seres humanos y está más o menos socializada, lo cierto es que no desempeña papel activo alguno como miembro de la sociedad. Ahora bien, parece que resulta absurdo decir que mi perra es buena por naturaleza, pues es un perro y los perros no son buenos ni malos. Y no lo son, no porque la bondad o la maldad sean una propiedad natural de los humanos no compartida con los perros, sino que hablar de «bueno» y «malo» con respecto al carácter de una persona o sus acciones tiene sentido en el contexto de las instituciones sociales.

Lo anterior implica, evidentemente, que no puede hablarse de bondad o maldad «por naturaleza», desde un punto de vista moral, pues bueno y malo no son propiedades naturales.

¿De dónde viene la idea de que los seres humanos son buenos (o malos) por naturaleza?

La bondad o la maldad de los seres humanos no es una propiedad natural de estos. Esto quiere decir que, por naturaleza, los seres humanos no son buenos ni malos. Ahora bien, solo de una forma de pensar que coloque categorías morales en el reino natural puede derivar la idea de que el hombre puede ser moralmente bueno o malo por naturaleza, es decir, que la maldad o la bondad moral son una característica natural de la especie. Esta forma de pensar es religiosa. Se trata de la antropología judeocristiana, según la cual los seres humanos son creaciones de Dios, a su imagen y semejanza. Estos serían buenos por naturaleza, porque son a imagen y semejanza divinas, aunque también podrían ser considerados malos por naturaleza, pues esta podría estar manchada por su forma de pensar.

De este modo, nos encontramos con un esquema de pensamiento religioso, consistente en moralizar la naturaleza.

El debate continúa

La cuestión de si los seres humanos son buenos o malos por naturaleza ha sido objeto de debate durante siglos y sigue siendo una cuestión abierta en la filosofía y la psicología. Algunos argumentan que los seres humanos son inherentemente egoístas, mientras que otros sostienen que somos naturalmente altruistas. Independientemente de cuál sea la respuesta, lo que está claro es que nuestras acciones y comportamientos están influenciados tanto por nuestra naturaleza como por la sociedad en la que vivimos.