Sociedad
¿Por qué nos unimos? ¿Por qué somos en sociedad? Desconozco cuántas veces se habrán hecho esta pregunta los lectores de este artículo, ni tan siquiera sé si se lo han hecho alguna vez, pero, probablemente, es una de las preguntas más veces formulada por los filósofos, cuando menos los que se dedican a la filosofía política, porque determinar cuáles son los motivos de nuestra unión es fundamental para establecer qué es la justicia y con quiénes se puede ejercer. Quiénes son los justos y con quiénes lo serán.
Así, a esta respuesta, muchos responderán que nos unimos por miedo a los demás. Que por miedo a que cualquiera más fuerte que nosotros nos quite la vida accederemos a juntarnos, a establecer leyes y normas que nos protejan a los unos de los otros, estableciendo la justicia entre humanos —que puede tener que ver o no con la divina.
Otros asegurarán que es la propiedad privada lo que nos lleva a unirnos. El no querer perder lo que se tiene, lo que se posee, a manos del más fuerte, es lo que nos conmina a unirnos. De ahí que aquella, la propiedad privada, sea el principal sustento de la sociedad y que deba ser protegido ante cualquier embate, puesto que sin ella perdería sentido el estar unidos.
También los habrá, muy cerca de los anteriores, que aseguren que la justicia no es más que una convención. Teniendo en cuenta nuestras características como humanos (que somos egoístas, pero moderadamente egoístas) y las de nuestro entorno (los recursos que están a nuestro alcance no son infinitos, son limitados, y, por tanto, nos llevan a disputas), necesitamos de la justicia para no perder todo lo que tenemos, hasta nuestra vida, y por eso nos unimos.
De los anteriores, algunos dirán que los humanos existían en algo así como en un estado de naturaleza en las que eran libres, incluso para matarse; mientras que otros defenderán que tal estado solamente puede ser una ficción.
Por si todavía no lo habéis reconocido, Hobbes, Locke y Hume están representados en las tesis anteriores. Y toda la corriente filosófica que sustentan, como puede ser el liberalismo y el contractualismo.
Así que, siguiendo lo anterior, tendríamos que responder a la pregunta inicial que es el egoísmo, el miedo a perder lo que se tiene, vida incluida, y, en definitiva, a la conveniencia, lo que nos lleva a unirnos.
Pero podríamos ver, también, la unión en sociedad no como una opción entre otras, sino como nuestra esencia. Que, en realidad, como aseguraba Aristóteles, somos seres sociales, por lo que si no viviéramos en sociedad seríamos otra cosa, pero no humanos.
También podríamos asegurar que la justicia entre humanos no es pura convención, y que su necesidad no desaparecería aunque los recursos fueran ilimitados, porque la relación entre los humanos seguiría siendo imprescindible —de lo contrario no habría humanos— y la justicia tiene que regir nuestro comportamiento para con los demás. Da igual como seamos y el entorno en el que vivamos, mientras sigamos siendo seres humanos, necesitaremos de justicia.
Y, claro, a la respuesta inicial, que no es que nos unamos, es que estamos unidos, inexorablemente.
Imagen: culturayanarquismo.blogspot.com.es