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Filosofía Presocrática

Publicado por Malena

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El conocimiento antiguo, logrado por medio de la intuición, se está comprobando actualmente con la razón.

Como la mayoría de los pensadores de la cultura griega, los filósofos presocráticos fueron influenciados por ideas míticas provenientes de los poemas épicos, distinguiéndose por la aplicación de la racionalidad en la búsqueda de la verdad y por su concepción del hombre y la naturaleza como una unidad. Este enfoque racionalista se convirtió en una característica distintiva de la filosofía occidental, marcando un cambio significativo en la forma en que se entendía el mundo.

Estos filósofos trataron de buscar el origen de todas las cosas pero no pudieron explicar la diversidad. Sin embargo, sus esfuerzos sentaron las bases para el desarrollo de la ciencia y la filosofía en los siglos siguientes. Sus ideas sobre la naturaleza del universo, aunque a menudo erróneas desde el punto de vista de la ciencia moderna, representaron un importante alejamiento de las explicaciones míticas y sobrenaturales que habían dominado el pensamiento humano hasta ese momento.

Para Tales, (siglo VI a. de C.), fundador de la filosofía occidental, cuyo pensamiento representa el fin de la mitología, la fuente de todas las cosas es el agua, porque la humedad y el calor las hacen posible; y todo en la naturaleza tiene vida, incluso la materia aparentemente inanimada. Este enfoque animista de la naturaleza fue un precursor de la idea moderna de que todos los seres vivos son parte de un ecosistema interconectado.

El agua para Tales es de índole metafísica más que física porque según este filósofo todo surge de un principio primordial divino. Esta idea de un principio primordial o arjé, que se encuentra en el corazón de todas las cosas, es un tema recurrente en la filosofía presocrática.

Anaximandro, (siglo VI a. de C.), discípulo de Tales, fue el primero en formular el concepto de evolución y la idea de la existencia de innumerables mundos, con el mismo origen y que terminan volviendo a ese principio único, que denomina “apeirón”, una especie de sustancia indefinida, en cuyo núcleo germinan los opuestos. Esta idea de un universo en constante cambio y evolución es sorprendentemente moderna y anticipa muchas de las ideas de la física y la cosmología contemporáneas.

Para Anaxímenes, (siglo VI a. de C.), discípulo de Anaximandro, también existe un principio último, que él considera el aire, como base del cambio, inspirado también por de una intuición metafísica de la existencia de una unidad universal. Esta idea de una sustancia primordial que impregna y une todo el universo es una precursora de la noción moderna de campo, como se utiliza en la física.

Pitágoras, (siglo VI. a. de C.), considera que la esencia de todas las cosas es el número y que el alma es inmortal, con la capacidad de vivir múltiples vidas. Su doctrina propicia la moderación, la austeridad y una moral severa, asemejándose más a los conceptos de la cultura egipcia, en cuanto a sus contenidos místicos y supersticiosos. Sin embargo, su énfasis en la importancia de los números en la comprensión del universo fue un paso crucial en el desarrollo de la matemática como disciplina científica.

Como todos los demás cosmólogos, Heráclito, (siglo VI. a. de C), se eleva también sobre lo verificable empíricamente y propone al fuego como origen común de todas las cosas, planteando un nuevo enfoque filosófico, con la afirmación de que lo único real es el devenir, porque todo cambia. Esta idea de un universo en constante cambio y flujo es una de las contribuciones más duraderas de Heráclito a la filosofía y ha influido en una amplia gama de pensadores, desde los filósofos de la antigüedad hasta los físicos modernos.

Parménides, (siglo V. a. de C.), representa lo opuesto de la filosofía del devenir de Heráclito, y rechaza el conocimiento a través de la experiencia sensible, que sólo conduce a la opinión sin fundamento, porque el conocimiento científico exacto y verdadero del ser real sólo se obtiene por vía racional y es inmutable, inmóvil, indivisible, eterno, como una esfera compacta y rígida, porque lo real no puede ser una cosa y luego otra. Esta visión radicalmente racionalista del conocimiento ha tenido una influencia profunda en la filosofía occidental, desde Platón y Aristóteles hasta los filósofos modernos.

Por lo tanto el mundo sensible para Parménides es una ilusión e identifica al Ser con el pensar, formulando el principio de identidad y determinando una nueva forma de interpretar la realidad, que aún continúa hoy en día ejerciendo influencia en el conocimiento científico: el hombre separado de la naturaleza, que no puede comprender su vida sensible con la razón porque lo único que se considera real es el pensamiento racional.

Anaxágoras, (siglo V. a. de C), intenta comprender la diversidad proponiendo como principio de todas las cosas un amalgama compuesto de infinitas partículas diferentes, cuyo predominio determina la naturaleza de las cosas. Esta idea de una diversidad infinita de partículas que componen el universo anticipa la teoría moderna de la materia compuesta por átomos y moléculas.

Esta amalgama indiferenciada, está ordenada por una inteligencia que además de ser principio de orden es también principio de movimiento. Esta idea de un orden y un propósito inherentes al universo es un precursor de la noción moderna de leyes naturales que gobiernan el comportamiento del universo.

Demócrito, (siglo IV. a. de C.), introduce la tesis de la existencia de dos realidades fundamentales, la materia y el espacio (lo lleno y lo vacío); descubriendo que el espacio es necesario para la existencia del movimiento. Esta idea de que el espacio y la materia son entidades separadas y fundamentales es una de las ideas centrales de la física moderna.

Postula la doctrina de los átomos, según la cual la materia está formada por unidades indivisible que denomina átomos, siendo las cualidades de las cosas producto de la composición de esos átomos. Esta idea de que la materia está compuesta por átomos indivisibles es, por supuesto, la base de la teoría atómica moderna.

Los átomos son eternos, igual que su movimiento y las aglomeraciones de estos átomos son los que producen los cuerpos. Esta idea de que los átomos y su movimiento son eternos y fundamentales para la existencia del universo es una de las ideas más importantes de la física moderna.

Los filósofos presocráticos sientan las bases de la filosofía occidental, aportando elementos útiles para esclarecer y formular principios que aún hoy en día forman parte de nuestro conocimiento científico. Aunque sus ideas específicas a menudo han sido superadas por los avances científicos, su enfoque racional y su búsqueda de principios fundamentales han dejado una huella indeleble en la historia del pensamiento humano.