Filosofía

Osho

Publicado por Malena

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A través de las lecciones esenciales de las grandes tradiciones espirituales, Osho revela que la vida simbólica del hombre es más importante que su racionalidad; porque por medio de su capacidad de símbolo le ha dado sentido a su existir.

La mitología era una forma de comprender la realidad y de buscar respuestas y la mayoría de los relatos son fantásticos, cargados de simbolismos y encarnados por seres con poderes sobrenaturales capaces de grandes hazañas, que permitían descubrir misterios y abrían las puertas de las profundidades del alma.

Para Osho, la esencia de la vida se manifiesta en el equilibrio de los opuestos. El secreto es el equilibrio y sólo el que se da cuenta de que hay que lograr el equilibrio a cada momento de la existencia, puede llegar a saber qué es la vida.

Para aclarar este concepto, Osho relata el cuento que le contó una vez un rabino a sus seguidores, cuando éstos le preguntaron qué era lo que debían hacer para agradar a Dios.

Hace mucho tiempo, en un lugar remoto, existió en un poderoso reino, un rey que tenía dos amigos muy queridos que amaba por igual; pero ocurrió que en cierta ocasión, se vieron involucrados en un luctuoso suceso y ambos fueron declarados culpables de haber cometido un crimen.

El rey, a pesar del amor que sentía por sus dos amigos, no podía hacer nada para salvarlos de la condena a muerte, porque ni siquiera el rey tenía el poder sobre la ley y la justicia.

Sin embargo pidió clemencia a los jueces para darles la oportunidad de salvar sus vidas, si eran capaces de cumplir con una difícil prueba.

Deberían cruzar un profundo abismo caminando sobre una cuerda floja; y el que lograra llegar al otro lado sano y salvo, salvaría su vida.

Una vez que el primero de ellos logró semejante hazaña sin contratiempos; el segundo, que aún no se había atrevido a intentarlo, le preguntó al primero a los gritos cómo había hecho para cruzarlo.

El otro entonces le contestó, que sólo había hecho una cosa; cuando sentía que iba a caerse hacia un lado, se inclinaba con toda su energía hacia el lado opuesto para mantener el equilibrio.

La vida es igual, existe la relación entre los opuestos y la posibilidad del logro del equilibrio con la síntesis, como un proceso continuo y permanente.

En el ámbito del amor, por ejemplo, no existe solo el amor sino que también existe la pelea. Los amantes se aman y también son enemigos íntimos; más el amor trasciende y la pelea no puede destruirlo. El amor no puede existir sin la pelea; porque los opuestos son complementarios y la tensión que ejercen entre si es la base de la existencia.

La vida y la muerte son contrarios pero no puede haber vida sin muerte. La muerte no se opone a la vida, participa de ella y es la que le da a la vida su intensidad.

Para vivir en forma auténtica hay que estar dispuesto a morir constantemente con autenticidad, logrando el equilibrio que nunca es permanente, sino que se debe lograr una y otra vez a lo largo de la existencia, orientada hacia la perfección aunque nunca se alcance.

La vida no tiene formas legales o lógicas para salir airoso de los atolladeros, sólo se puede ir más allá de ella por medio de la experiencia genuina, y esa es la divinidad de la existencia.

Cuando la confianza en la existencia es infinita no hay necesidad de hacer nada, porque la realidad es la que hace las cosas por nosotros.

El que confía en la vida no pierde nada, porque la confianza hace posible el equilibrio a pesar de las paradojas de la existencia.

Existe una diferencia entre creencia y confianza, la creencia es adquirida y la confianza es propia y no tiene ninguna duda.

La confianza solo se adquiere por propia experiencia y es real porque todo se ajusta a ella.

La existencia no es ni la vida ni la muerte, es el punto medio, donde no existe ni la vida ni la muerte, el momento de equilibrio, que es donde está la gracia, más allá de ambas.

Hay que disfrutar de la vida porque es un don y es buena y también disfrutar de la muerte cuando llega, porque también es un don y por gracia de Dios también tiene que ser buena.

Fuente: «El hombre que amaba a las gaviotas y otros relatos», Osho, Grupo Editorial Norma.