Osho sobre la Vejez
Osho nos dice que así como ocurre en la naturaleza, la vejez es una estación de la vida humana, en la que se vive una renovación, un nuevo clima, un nuevo estado de ser, una nueva imagen corporal; y que es bella si es que se acepta la vejez como algo natural, pero fea si se insiste en continuar viviendo según las viejas fórmulas que dieron resultado en el pasado.
Un rostro anciano refleja el paso de muchas estaciones y muchas experiencias, que si se han vivido intensamente se transforma en una cara reposada, calma, relajada, que expresa madurez y la tranquilidad de haber cumplido consigo mismo.
La enfermedad se produce cuando fracasa la conexión con la existencia, o sea cuando la persona se desconecta.
Los dolores son desconexiones que se van produciendo en el cuerpo. La persona abandona la interdependencia y se aísla; y es entonces cuando aparece la enfermedad que es también algo desconectado del resto.
Cuando se arrastra una enfermedad crónica uno siente que ha perdido las raíces y que no las puede recuperar y entonces seguirá viviendo en forma parcial.
Una parálisis es la expresión de la pérdida total de la conexión con la energía universal.
El hombre no puede hacer otra cosa más que esperar conscientemente sin protestar, convencido de que a pesar de las contradicciones de la vida terminará trascendiéndolas; y recién cuando aprenda que los opuestos forman parte de lo mismo podrá ir más allá de su mente.
La sabiduría es una virtud, es ser plenamente consciente, porque tener conciencia es aprender a ver, tener una percepción del mundo diferente, descubrir la realidad y responder sólo a la realidad.
La sencillez no significa la necesidad de ser pobre sino estar contento con uno mismo y ser absolutamente uno mismo.
Si se continúa buscando sensaciones se pierde la sensibilidad, porque las sensaciones las producen los objetos y la sensibilidad tiene que ver con ver más allá de los objetos.
Uno se vuelve místico cuando se da cuenta que la vida no se puede conocer del todo, que no le podemos ver la lógica, pero sí la poesía.
La ciencia cree que algún día todo podrá ser conocido, en cambio el misticismo es tener conciencia de que existen: lo conocido, lo desconocido por el momento y lo que nunca se llegará a conocer.
Si piensas que sería mejor que la vida fuera para siempre tendrías también que darte cuenta que sería un sufrimiento insoportable.
La existencia de la muerte te exige vivir cada momento como si fuera el último, aprovechando al máximo cada instante, no importa qué pase después, porque sabes que tanto la felicidad como la infelicidad es parte de lo mismo.
Sólo si puedo dejar de preocuparme por los opuestos podré ser libre de todos los apegos y afectos; y pase lo que pase todo será aceptado en silencio y sosiego, porque el mal no existe, de modo que no necesitamos defendernos de nada y el reto es vencer la inconsciencia y la ignorancia, dejar fluir la energía, amarse y respetarse a si mismo y no preocuparse por cosas sin importancia ni por los errores cometidos; porque son los errores los que finalmente nos permiten descubrir lo correcto.
El futuro no existe, sólo existe el presente. Pensar en el futuro alimenta los pensamientos, sólo viviendo el presente es cuando los pensamientos cesan y cuando eso ocurre es el comienzo de la verdadera vida.
Lo desconocido no tiene por qué inspirar miedo, porque no sabemos qué es, pero no es a lo desconocido a lo que tememos sino a la pérdida de lo conocido.
Lo desconocido es estimulante y representa un desafío, en tanto que lo conocido puede que no represente nada para nosotros, porque sólo puede ser una reiteración de hechos que ya conocemos y que nunca nos satisfacen, como una película que ya vimos.
Por eso la humanidad está enferma, porque se lo pasa haciendo siempre lo mismo aferrada a lo conocido y con miedo a perderlo.
Fuente: “El ABC de la iluminación”, Osho.