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Los Arquetipos

Publicado por Malena

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Suelen aparecer en los sueños, con frecuencia, elementos que no pertenecen a las experiencias vividas por el soñante. A estos fenómenos los denominó Sigmund Freud “remanentes arcaicos”, formas ajenas a la vida del sujeto que parecen ser innatas, heredadas por la mente humana. Carl Gustav Jung llamaba a estas imágenes «arquetipos» o «imágenes primordiales».

Esta psiquis antiquísima es la base de la mente humana así como el cuerpo humano se basa en la estructura general de los mamíferos.

Existe una analogía entre las imágenes de los sueños del hombre moderno y los productos de la mente primitiva; y es importante conocer los secretos que guardan los sueños, y el conocimiento de la mitología en general para comprender su mensaje.

El arquetipo es una tendencia a formar representaciones o imágenes mitológicas determinadas, tan poderosa como el impulso de las aves a construir su nido, o el de las hormigas a formar colonias organizadas.

El arquetipo se diferencia del instinto, ya que el instinto se refiere a las necesidades fisiológicas que son percibidas por los sentidos, mientras los arquetipos revelan su presencia por medio de imágenes simbólicas que son inconscientes.

Cuando los arquetipos aparecen en los sueños, las personas se sienten desconcertadas porque no pueden comprender el significado de las imágenes que no pueden relacionar con nada de sus vidas.

La idea general de Cristo como Redentor, es un mito que existe desde tiempos inmemoriales. Pertenece al mito del héroe y libertador, quien a pesar de haber sido devorado por un monstruo aparece milagrosamente después de haber vencido al monstruo.

La aparición de arquetipos en los sueños de los niños es común y significativo en el sentido de que estamos seguros que no han tenido acceso directo a las tradiciones.

Estos sueños suelen tener imágenes colectivas análogas a las doctrinas enseñadas a los jóvenes en las tribus primitivas en el momento de la iniciación.

Los sueños de destrucción y restauración pueden presagiar desastres inevitables pero no con un carácter de precognición sino como si los sucesos del futuro proyectaran hacia atrás su sombra produciendo formas de pensamientos que describen o acompañan el acercamiento de un suceso fatal.

Estos modelos de pensamiento colectivo, a semejanza de los instintos, son innatos y heredados y funcionan cuando surge la ocasión.

El arquetipo puede operar largamente en el inconsciente preparando hábilmente las circunstancias que conducirán a la crisis, ya que no son formas precisamente estáticas, sino dinámicas que se manifiestan como impulsos, tan espontáneos como los instintos.

El significado de un sueño suele ser tan oscuro que a veces sólo se comprende cuando ocurre algún hecho externo que lo explique.

El sueño no pronostica el futuro, sólo piensa en forma inconsciente en el futuro como lo hace también la mente consciente y saca conclusiones.

El inconsciente parece ser capaz de examinar los hechos y extraer conclusiones, del mismo modo que lo hace la conciencia. Estas deliberaciones del inconsciente son instintivas y siguen la forma de los arquetipos.

La mente consciente se expresa en forma racional pero el sueño se expresa en forma simbólica y los arquetipos tienen su propia iniciativa y su propia energía y actúan como complejos, pudiendo crear mitos, religiones y filosofías que llegan a influir en cada época de la historia.

Por ejemplo, el mito heroico universal, las ceremonias, los rituales y la adoración llevan al individuo hacia una identificación con el héroe.

Antiguamente los hombres no reflexionaban sobre sus símbolos, sólo los vivían y estaban inconscientemente guiados por sus significados.

El hombre primitivo actuaba sin reflexionar, impulsado por factores inconscientes. El hombre actual está impulsado por fuerzas internas y también por estímulos externos.

Siguiendo a Jung, estos motivos interiores surgen de un origen profundo que no está hecho por la consciencia ni está bajo su dominio.

En tiempos primitivos, estas fuerzas se llamaban “mana” o espíritus, demonios o dioses, que hoy en día siguen tan activos como siempre; pero el hombre moderno no quiere admitir que depende de poderes que estén fuera de su dominio.

“Querer es poder” es la superstición del hombre moderno. Los dioses del hombre actual han adoptado otros nombres que lo sumergen en vagas aprensiones, confusiones psíquicas, en una insaciable necesidad de píldoras, alcohol, tabaco, comida y sobre todo, en una gran variedad de neurosis.