Deseos y Arquetipos
Existe sincronicidad en todas las cosas, porque formamos parte de la inteligencia del Universo.
Las coincidencias son mensajes de esa inteligencia que nos orienta hacia nuestro destino; y nuestra intención puede influir en ese camino.
Para que esto ocurra es necesario formularse las preguntas esenciales: ¿Quién soy?; ¿Qué es lo que deseo para mí?; ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
El deseo más genuino es el que proviene del alma, porque es el que cuando se realiza nos hace sentir más plenos.
El arquetipo del héroe, del dios o de la diosa, están presentes en nuestra conciencia; es el molde potencial que tenemos todos en estado embrionario dispuesto a nacer.
Las personas que llevan vidas centradas en los deseos mundanos y que permanecen ciegos y sordos al reclamo de su espíritu, están desconectados de la totalidad y no pueden entender cuál es su verdadero propósito.
Los arquetipos son estructuras simbólicas mitológicas que están en nuestro interior; son los temas perennes que se encuentran en el inconsciente colectivo.
Son formas originales; y según Jung, representan cada uno de los remanentes primarios de la memoria comunes a todos los individuos o a grupos étnicos particulares y derivados del llamado “inconsciente colectivo”.
Desde el punto de vista teológico, es la idea ejemplar de las cosas que corresponde al mundo de las realidades inteligibles.
Representan todos los anhelos más profundos humanos, que han existido siempre. Están presentes en la literatura de todas las épocas, en el arte de culturas antiguas, en los guiones de las obras teatrales de la actualidad, en las películas o en la primera plana de los diarios; representados por personajes que superan los límites del bien y del mal.
Los dramas arquetípicos aparecen todos los días, son acontecimientos de la vida cotidiana que viven personas individuales, porque cada ser humano está sintonizado con algún arquetipo o con varios de ellos, como si respondieran a un programa grabado en su alma.
El propósito en la vida es arquetípico y se refleja en nuestros deseos e intenciones.
El arquetipo no nos condiciona, al contrario no tiene límites, porque los arquetipos son modelos del alma, imágenes, ideas que nos guían.
Si el poder del mundo material nos atrapa perdemos nuestras inspiraciones más genuinas y nos apartamos del camino que concuerda con las intenciones del Universo.
Las pistas para no perderse en un mundo plagado de tentaciones, son las coincidencias y los arquetipos.
¿Cómo hacer para distinguir el modelo genuino del alma del falso mundano? La única manera es descubrir en nuestro interior cuál es la voluntad de nuestra alma que coincide con el alma universal.
El arquetipo que representamos es el que más se ajusta a nuestros deseos y a nuestras intenciones. Es una experiencia personal que está esperando manifestarse para permitirnos concretar nuestras más genuinas realizaciones.
En los sueños aparecen los arquetipos como símbolos, la oportunidad de comprender y definir el ser individual que somos, en la conciencia colectiva.
Cada uno debe realizar su propia búsqueda mítica; el aventurero, el sabio, el maestro, el artista o el mago.
Representar el mito auténtico eleva al individuo por encima de la vida ordinaria, le otorga habilidades extraordinarias y hasta la posibilidad de predecir el futuro
Fuente: “Sincro Destino”, Deepak Chopra.