El Ser Transpersonal
El reconocimiento de la espiritualidad y la necesidad de trascendencia, como parte de la naturaleza humana, promovió el surgimiento de una nueva orientación en Psicología, la Psicología Transpersonal.
Anthony Sutich y Abraham Maslow fueron algunos de los pioneros de la Psicología Humanística. Recién a fines de 1960, la Psicología Transpersonal se estableció como disciplina, aunque ya hacía varias décadas que existía esta tendencia en Psicología.
Carl Gustav Jung, Roberto Assagioli y Abraham Maslow fueron los representantes más destacados de esta orientación.
Este movimiento adquirió relevancia cuando se comenzó a investigar con sustancias psicodélicas, en particular en terapias con LSD, que facilitó un nuevo punto de vista de la actividad interna de la psique.
Jung fue el que cuestionó los fundamentos filosóficos de la teoría freudiana y el que sentó las bases para el comienzo de una Psicología moderna.
Amplió el concepto de inconsciente, dándole un significado místico, creativo, productivo y religioso.
Para Jung, el inconsciente no es el depósito de las tendencias instintivas reprimidas de la infancia, sino un principio creativo e inteligente que conecta al individuo con la humanidad, con la naturaleza y el cosmos, y que tiene una función proyectiva y teleológica.
Jung descubrió que la dinámica del inconsciente se organizaba en unidades funcionales que llamó “complejos”.
Los “complejos” son grupos de elementos psíquicos (ideas, actitudes, opiniones, convicciones) que giran alrededor de un tema central y que se vinculan con sentimientos específicos.
Jung relacionó a los complejos del inconsciente individual con los patrones originales creadores de mitos que él llamó arquetipos, que están estrictamente entrelazados con algunos aspectos del ambiente físico.
Llegó a la conclusión de que el arquetipo que emerge es el que predispone a cierta forma de estructura, que influye de alguna manera sobre la esencia propia de los fenómenos que ocurren en el mundo y que representa el vínculo entre la materia y la conciencia.
El ser humano, para Jung, es capaz de trascender la materia y vincular su si mismo con la humanidad y el resto del cosmos, por lo que se puede considerar el primero en transitar el camino de la Psicología Transpersonal.
Analizando sus propios sueños y los de sus pacientes, así como también las fantasías de los psicóticos, Jung pudo descubrir que los sueños contienen, no sólo imágenes que pertenecen a todo el planeta, sino que también son las mismas que existieron a lo largo de toda la historia del hombre.
Además del inconsciente individual, existe un inconsciente colectivo o racial, que comparten todos los humanos, como manifestación de la energía creativa del cosmos.
Los mitos y también las religiones se manifiestan en todos los individuos, aunque no estén relacionados entre si; lo que sugiere la existencia de estructuras formadoras de mitos en la psique inconsciente, desde donde surgen las fantasías, los sueños de los hombres y la mitología de los pueblos.
De modo que los mitos se pueden interpretar como sueños colectivos y los sueños como mitos.
Freud también se mostró muy interesado a lo largo de su vida, por la religión y la espiritualidad. Creía poder hallar una comprensión racional de los procesos irracionales y entendía a la religión como el resultado de conflictos no resueltos en la infancia.
Jung, al contrario, aceptaba lo irracional y él mismo tuvo varias experiencias místicas que lo convencieron de que la dimensión espiritual forma parte de la realidad del universo y que el espíritu es parte orgánica e integral de la psique.
La espiritualidad auténtica, forma parte del inconsciente colectivo y es independiente del aprendizaje y de la cultura; y si el análisis es profundo pueden surgir elementos espirituales en la conciencia.
Con respecto al concepto de Freud de la libido, como una fuerza biológica, Jung la consideraba una energía natural creativa o principio cósmico capaz de elaborar símbolos, más allá de si mismo, en un nivel superior de conciencia.
Fuente: «Psicología Transpersonal», Stanislav Grof.