Ontología de los Valores
(Primera parte)
Desde el punto de vista existencial, en la vida, que es lo único absoluto y auténtico, hay cosas reales, hay objetos ideales y hay valores.
Las cosas reales y los objetos ideales los hay en mi vida y en la vida de cada uno, en el sentido de Ser.
En cuanto a los valores en mi vida o en nuestra vida, las cosas del mundo nos parecen algunas mejores que otras, porque el mundo en que vivimos no nos es indiferente y ante cada cosa que vemos tomamos una posición valorativa, la preferimos o no, le otorgamos poco o mucho valor.
La filosofía distingue entre juicios de existencia y juicios de valor.
Los juicios de existencia enuncian lo que esa cosa Es, sus propiedades u otros predicados de la cosa, desde la perspectiva de su existencia como ente y desde su esencia que la define.
Frente a estos juicios de existencia se contraponen los juicios de valor.
Los juicios de valor enuncian algo de la cosa que no agrega ni le quita nada a su esencia y existencia.
De modo que los valores no son cosas ni elementos de las cosas, son impresiones subjetivas de agrado o desagrado que nos producen las cosas y que nosotros proyectamos en ellas.
Sin embargo, el criterio del valor no consiste en el agrado o desagrado que nos producen las cosas sino en algo diferente, porque muchas veces algo nos puede agradar y ser considerado por otros malo; como el pecado en la religión católica, que puede ser grato pero malo para la doctrina, o la virtud que puede ser desagradable de practicar pero tener buena reputación.
Los valores se pueden discutir, porque son subjetivos, pero si podemos discutir sobre ellos, significa que existe la convicción profunda de que son objetivos, que no dependen de mi agrado o desagrado, que están ahí y que quedan en mi alma después de contemplar el objeto.
Los valores se descubren tal como se descubren las verdades de la ciencia, o sea que pueden no haber sido intuidos antes pero después sí.
Los valores no son cosas pero tampoco son impresiones puramente subjetivas.
Frente a esta aparente dilema, el filósofo alemán Lotze, encontró la palabra exacta: los valores no Son sino que valen, porque una cosa es valer y otra es Ser.
Cuando decimos que una cosa vale no decimos que Es sino que estamos señalando que no nos es indiferente.
La no indiferencia contrapone el valer al Ser y es la esencia del valer, o sea que los valores tienen la categoría del valer y no la categoría del Ser.
Que una cosa valga no significa que sea más ni menos que lo que no vale, sino que quiere decir que es algo que tiene valor.
El valor pertenece al grupo ontológico que Husserl denominó, siguiendo a Stumpf, objetos no independientes, o sea que no se sustentan por sí mismos, que no Son sino que están adheridos a otro objeto, y que llamamos cualidad.
Por ejemplo, el color y el espacio, no son independientes, porque no hay espacio sin color ni color sin espacio.
O sea, los valores tienen la primera categoría de valer en vez de Ser y la segunda categoría de la cualidad pura.
Fuente: “Lecciones preliminares de filosofía”; José García Morente.
(Continúa segunda parte)