Los Valores Humanos
Los Valores Humanos comienzan con el Amor, porque con el Amor comienza la vida. Del Amor emana la Verdad, la Rectitud la Paz y la No Violencia, valores permanentes y eternos.
Cada hogar debería ser un templo y su centro debería ser el cultivo de los valores humanos; porque desde épocas muy remotas, en todas las culturas humanas el hogar ha representado el lugar por excelencia donde se han transmitido siempre con mayor solidez los valores de esas culturas, principalmente con el ejemplo de los mayores.
Hoy en día la liviandad con que se evalúan las dificultades de las parejas aumenta cada vez más la disolución de los vínculos matrimoniales y como consecuencia quedan a la deriva los hijos, con padres que usualmente mantienen sus rencores y resentimientos sin ser capaces de cumplir adecuadamente con su rol.
Las personas que más han recibido educación son las que tienen las vidas más caóticas, sin frenos ni inhibiciones y sin cuidado ni preocupación por la salud mental de sus hijos; es una educación centrada en los objetos, deshumanizada, descarnada, que convierte al hombre en una máquina.
El amor verdadero se confunde con deseo sexual y el trabajo con la posibilidad de ganar más dinero y poder adquirir más cosas. Es en este punto donde se hace necesario recalcar la importancia de la educación en valores humanos desde la infancia. Los niños deben aprender a valorar el amor en su forma más pura, a entender que el trabajo no es solo una fuente de ingresos, sino también una forma de contribuir a la sociedad y a su propio crecimiento personal.
Estos objetivos alejan a los padres cada vez más de sus hijos, dejándolos en manos inadecuadas, personas que hacen ese trabajo por dinero, muchas veces sin ningún otro interés o afecto.
No puede existir vida humana sin cultura, que es la forma de vivir que trasciende lo instintivo y se transforma en un símbolo; porque al dejar de lado este principio el hombre pierde su dignidad de ser humano, la paz y la seguridad.
Una cultura refleja el proceso de cómo hacer las cosas en forma humana, con humildad y discernimiento para vivir una vida plena llena de significado. En este sentido, es crucial que los padres inculquen en sus hijos el respeto por las diferentes culturas y la importancia de la diversidad cultural para el desarrollo de una sociedad más inclusiva y tolerante.
Los padres deben disciplinar a sus hijos y los hijos deben respetar la autoridad de los padres y de sus maestros. Este respeto mutuo es la base para una convivencia armoniosa y para el desarrollo de relaciones saludables en el futuro.
Los medios de comunicación difunden los valores de sectores marginales que viven vidas extraviadas y sin sentido, que sólo se pueden tolerar con el consumo de drogas y alcohol. Por ello, es esencial que los padres enseñen a sus hijos a ser críticos con la información que reciben y a buscar siempre fuentes confiables.
Crean entretenimientos que justifican sus actitudes, muchas veces aberrantes, con el afán de que sean aceptadas e imitadas, con la intención de generalizar sus prácticas y mitigar de ese modo sus remordimientos.
Los niños deberán recibir educación de sus padres, quienes les darán la suficiente libertad dentro del comportamiento correcto y controlarán sus conductas desviadas. Es importante que los padres se involucren activamente en la educación de sus hijos, no solo en términos académicos, sino también en el desarrollo de su carácter y sus valores.
Las hijas mujeres tenderán siempre a ser como sus madres y los varones como sus padres, por lo tanto ambos progenitores tienen la absoluta responsabilidad de su comportamiento. Es importante conocer bien a los hijos, sus virtudes y sus debilidades para corregirlos o estimularlos según sean sus características.
Los niños, que tienen el alma más pura que sus progenitores, se pueden entretener con objetos sin ningún valor material y apreciarlos como cosas preciosas, naturalmente no discriminan a las personas, no acumulan, pueden ensuciarse la ropa pero por dentro estar mucho más limpios.
Un niño es como una esponja y absorbe todo lo que experimenta. Su tierna psicología recibe los impactos afectivos que influirán en su comportamiento y en la formación de su carácter. Por ello, es vital que los padres se esfuercen por proporcionar un entorno positivo y estimulante que fomente el desarrollo saludable de sus hijos.
Están expuestos al cine y a la televisión que muestran un mundo perverso y cruel lleno de violencia y poco respeto por la vida humana; y estas experiencias van insensibilizando lentamente su corazón. Los padres pueden arruinar a sus hijos, siendo demasiado indulgentes y permisivos y no dándoles el ejemplo de honestida, control y disciplina, con su forma de actuar.
(Inspirado por los Discursos de Bhagavan Sri Sathya Sai Baba, recopilados por la señora Mila P. de Gómez Beret, Coordinadora Nacional de Educación en Valores Humanos de la Organización Sri Sathya Sai Baba de Argentina.)