Cine y filosofía VIII: «Guerra Mundial Z» y el razonamiento inductivo
En las entradas dedicadas a cine y filosofía solemos hablar de películas cuyo contenido tiene que ver directamente con los temas que hemos tratado en este blog, es decir, películas en las que se defienden, exponen, presentan, etc. tesis filosóficas. No obstante, tenemos la excepción del artículo dedicado a las falacias de los personajes de Star Wars. Pues bien, este artículo es similar a aquel. En efecto, «Guerra Mundial Z» no es una película con un gran contenido filosófico, sin embargo, ilustra muy bien el razonamiento inductivo. Si no has visto la película, te recomendamos que antes la veas, ya que vamos a decir cómo termina y eso es una jugarreta.
El razonamiento inductivo
El razonamiento inductivo es, dicho con una formulación clásica, el que va de lo particular a lo general. Es decir, alguien ve un cuervo negro, más tarde ve otro cuervo, también negro; al cabo del día ve trescientos cuervos distintos y todos ellos son negros. Concluye que todos los cuervos son negros. Esta conclusión, como puede observarse, no se sigue deductivamente de sus premisas. Esta es una característica esencial de los razonamientos inductivos. En este caso, la conclusión se apoya en las premisas (cada instancia del tipo «este cuervo es negro» o «A es un cuervo y es negro»).
El razonamiento inductivo es el paradigma de razonamiento científico, al menos en el caso de las ciencias naturales.
«Guerra Mundial Z»
«Guerra Mundial Z» es una película estrenada el año pasado. Es la versión cinematográfica de una novela del mismo título, escrita por Max Brooks. El argumento de la película, que difiere del del libro, es el siguiente: hay un virus que convierte a la gente en zombies caníbales. Nadie sabe nada al respecto, así que lo que queda de la ONU envía a un antiguo agente a averiguar qué pasa. Envían a Gerry Lane (Brad Pitt).
Este viaja por el mundo buscando información. Desde el primer momento de la plaga ha podido observar que los zombies no atacan a algunas personas. A lo largo de su misión lo ve una y otra vez. De hecho, en una base militar conoce a un soldado al que los zombies no atacan, que es como invisible para ellos.
En un momento de la película, a partir del minuto 67, Gerry Lane tiene una brillante idea. Las personas que había visto que pasaban desapercibidas para los zombies tenían algo en común: un aspecto poco saludable. Así que tras observar varias veces que los zombies no atacaban a estas personas, llegó a la conclusión de que el virus zombie excluía los huéspedes en los que no pudiera prosperar. Este razonamiento inductivo lleva, en la película, a una hipótesis, a saber, los zombies no atacarán a una persona muy enferma.
Lane, entonces, viaja a un laboratorio de la OMS en Cardiff, donde se inyecta una enfermedad y prueba su hipótesis. Y así, gracias a los razonamientos inductivos, se salva la humanidad.