Cine y filosofía II: los zombies de George A. Romero
En nuestro anterior artículo sobre cine y filosofía hablamos acerca de una película específica, La princesa Mononoke. En este caso, vamos a hablar de algunos de los títulos de George A. Romero, quien a través de sus películas de zombies ha expresado sus críticas a la sociedad actual y a la cultura capitalista.
Lo primero que hay que decir es que Romero utiliza el género, tal y como él mismo afirmó en una entrevista en horror-web.com, para expresar sus propias opiniones o para realizar alguna sátira social. Él se ve «atascado» en el género zombie y aprovecha esto para explorar nuevas formas de expresar metáforas a través de la fantasía zombie. Dicho esto, pasamos a analizar algunas de las películas de Romero.
La noche de los muertos vivientes
La noche de los muertos vivientes (1968) fue la película que inauguró el género zombie. Se trata de una película de bajo presupuesto (alrededor de 144.000 $), filmada en blanco y negro y escrita por John A. Russo y por Romero, quien también la dirigió. En ella, unos seres caníbales, muertos resucitados, acosan a un grupo de personas que intentan sobrevivir de estos monstruos en una granja. Romero expresa su visión del ser humano, según la cual, los seres humanos, en circunstancias extremas, tenderán a matarse entre ellos. Respecto de otros aspectos de crítica que se han señalado, en relación a la Guerra de Vietnam o al racismo, no fueron intencionados, según el propio Romero. Más bien, las circunstancias llevaron a esas interpretaciones.
El amanecer de los muertos
Diez años después de La noche de los muertos vivientes, en 1978, se estrenaba El amanecer de los muertos. En este caso, los muertos vivientes tienen una especie de vago recuerdo de sus vidas pasadas, que les lleva a deambular por los lugares por los que solían estar en vida. Por otra parte, los supervivientes se refugian en un centro comercial. Romero hace aquí una crítica a la sociedad consumista. En primer lugar, los zombies tienen la tendencia a ir al centro comercial porque, en vida, pasaban el día deambulando por el centro comercial. Por otro lado, los supervivientes, una vez que están en el centro comercial, se dejan llevar por su mentalidad consumista, lo que les lleva a dedicar el tiempo libre a probarse ropa y beber champán caro, olvidándose del infierno exterior.
Encadenada a la crítica del consumismo, aparece nuevamente la visión pesimista del ser humano. Un grupo de saqueadores motorizados atacan el centro comercial con el objetivo de hacerse con los productos que hay en su interior. En este caso, el deseo de los productos del centro comercial lleva a una batalla entre los supervivientes, quienes protegen encarecidamente las que consideran sus cosas, y los saqueadores, quienes quieren apoderarse de los productos del centro comercial. Unos y otros no están interesados en cubrir necesidades básicas, tales como medicamentos o alimentos. Sus intereses más bien giran en productos como peines para bigotes, ropa cara, joyas y televisores, totalmente innecesarios, dadas las circunstancias.
El día de los muertos
En 1985 Romero estrena El día de los muertos. En este caso, un grupo de científicos y militares viven encerrados en una base militar subterránea. Han pasado algunos años desde que los muertos se levantaron de sus tumbas para devorar a los vivos y el mundo está devastado. Hay 400.000 muertos vivientes por cada ser humano. El grupo de investigadores de la base tiene como objetivo buscar una solución al problema, mientras que los militares están para proteger a los científicos y para proporcionarles apoyo logístico. Además de estos, hay otros dos civiles: un mecánico y un piloto de helicóptero.
Al igual que en La noche de los muertos vivientes, en El día de los muertos Romero vuelve a plantear que los seres humanos son más peligrosos para ellos mismos que los muertos vivientes. Además de esto, plantea una oposición entre el pueblo y la autoridad, en este caso representada por los militares, quienes instauran un estado totalitario en la base. Hay una rebelión del poder civil contra los militares, que termina con la derrota de estos últimos. Finalmente, los tres supervivientes que quedan: Sarah, una investigadora, el piloto (John) y el mecánico (McDermott), todos civiles, se van a vivir a una isla desierta. Bajo un sol resplandeciente comienzan una nueva vida, alejados de la autoridad militar, que impone su poder por la fuerza, y en condiciones de igualdad.
Hay quien en esta película también ve una crítica en la experimentación con animales, idea que estaría expresada a través de los experimentos macabros que el Doctor Logan hace con los muertos vivientes, los cuales son cazados para uso experimental.
La tierra de los muertos vivientes
Veinte años después, en 2005, Romero pone fin a la saga iniciada con La noche de los muertos vivientes. En este caso con La tierra de los muertos vivientes, Romero critica a la sociedad capitalista. En efecto, el mundo está lleno de muertos vivientes y solo quedan algunos reductos humanos, en pequeñas ciudades aisladas del mundo exterior. La película se sitúa en una de estas ciudades, dominada por un hombre rico sin escrúpulos, Paul Kaufman. Este vive en el ático del edificio más caro y seguro de la ciudad, en el que no hay carencias de ningún tipo. La gente que vive aquí se diferencia de las capas más bajas de la sociedad, quienes viven en la miseria.
En este mundo, es el dinero el que lo mueve todo. En cualquier caso, para evitar problemas, Kaufman se preocupa de que la gente tenga acceso al alcohol, al juego, a las drogas, la prostitución y las apuestas en espectáculos violentos con muertos vivientes. Además de la clase pobre de la ciudad están los excluidos, que habitan fuera de la ciudad. Son los zombies, los cuales son cazados para servir como entretenimiento a los habitantes de la ciudad y para entrenar la puntería.
En esta cinta, Romero representa además una historia de lucha de clases. La clase excluida, los zombies, se revelan contra la ciudad. Estos se organizan y atacan. Además, dejan de quedarse atontados con los fuegos artificiales, lo que representa una toma de conciencia que impide el atontamiento del individuo. Los zombies pueden ser vistos en esta entrega como una metáfora del tercer mundo, el cual está dominado y expoliado por occidente. A diferencia de los zombies, los seres humanos no toman conciencia, no se rebelan y, es más, algunos simplemente quieren imitar la vida de los ricos, tener un apartamento en la torre. En este caso, Cholo es el personaje que representa al individuo alienado. En efecto, este ansía formar parte de la élite, por lo que hace todo tipo de trabajos sucios para Kaufman. La meta de su vida es pertenecer a la clase dominante, de ahí que trabaje para el opresor en contra de los más desfavorecidos, siendo él mismo un desfavorecido.
En este punto, Romero aprovecha para manifestar una de las grandes mentiras de la cultura capitalista, a saber, la movilidad de las clases sociales, la idea que de el pobre puede llegar a rico con esfuerzo. Así, cuando Cholo está en condiciones para pertenecer a la élite de la ciudad, es decir, para vivir en la segura torre, en la que no existen ni las carencias ni las restricciones, Kaufman se lo impide, dejándole claro con un lenguaje eufemístico que los de su clase no pueden llegar allí. Desde esta perspectiva, Cholo representa al hombre alienado, quien desea ser algo distinto de lo que es y que tiene valores distintos a los de su clase, valores burgueses. La alienación de Cholo queda claramente manifestada cuando prefiere convertirse en zombie antes de morir dignamente, porque siempre ha tenido curiosidad por saber «cómo es ser uno de los otros».