El Discurso del método
El Discurso del método para conducir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias, Discurso del método para los amigos, es la obra con la que se inicia oficialmente la filosofía moderna, esto es, la filosofía que se viene desarrollando desde el siglo XVII hasta nuestros días, más o menos. El libro se publicó anónimamente en 1637, en la ciudad de Leiden (Holanda). El libro está dividido en seis partes y en él Descartes expone el que será su método de descubrir certezas, a modo de autobiografía intelectual.
En la primera parte del libro, Descartes comienza dudando de todo aquello que ha aprendido durante sus años de estudiante, a la vez que presenta su nuevo método para llegar a tener certezas. Como quien no quiere la cosa, aprovecha esta parte para poner a caldo a la escolástica de su tiempo, que dominaba en todos los ámbitos del saber en aquella época. Tras rechazar todas las formas de conocimiento, por no llevar a certezas absolutas, Descartes termina concluyendo que únicamente puede buscar certezas por sí mismo, lugar en el que encontrará la verdad.
Descartes está pasando un duro invierno, comiendo frugalmente y escribiendo su Discurso del método al lado de una estufa. Y así lo cuenta en la segunda parte de su libro. Aquí dice que, dado que las ciencias han sido desarrolladas por diversos autores con diversas mentalidades y diversas opiniones, mejor es abandonar todo esto y servirnos de nuestra propia razón para distinguir lo falso de lo verdadero. Descartes dice que él mismo ha reformado su pensamiento en este sentido. Y tras esto, comienza a dudar nuevamente, esta vez de todo aquello que le rodea. Pero la duda no puede mantenerse eternamente, así que Descartes pasa a exponer los pasos de su método. Lo primero es no admitir algo como verdadero si no está apoyado en la evidencia; lo segundo, analizar los problemas, esto es, dividirlos en partes; el tercer paso es examinar los elementos en orden, desde lo más simple a lo más complejo y, finalmente, repasarlo todo.
Una vez que el filósofo francés ha desvelado su método, advierte en la tercera parte de que, aunque dude de todo, va a seguir una moral provisional, para dirigir su vida. Esta moral básicamente consiste en asumir la moral dada en su sociedad y actuar conforme a esta, llegando incluso a aceptar aquellas opiniones patentemente dudosas. Aquí nos cuenta que se ha tirado unos años viajando, para poner a prueba su método, hablando con gente de todo el mundo. Pero estos viajes no le sirven para encontrar los fundamentos del conocimiento que busca.
En la cuarta parte, Descartes deja atónito a todo el mundo. Primero llega, a través de su método, a la famosa máxima: «pienso, luego soy», acerca de la cual hemos hablado en este blog hasta la saciedad. Después, sobre la base de esta evidente verdad, «demuestra» la existencia de Dios, mediante algunos argumentos sustentados en premisas inverosímiles. Estos pueden consultarse en la entrada dedicada a las Meditaciones metafísicas, donde los expusimos de manera sucinta. En cualquier caso, la existencia de Dios le sirve a Descartes para probar la existencia del mundo externo, lo cual garantiza la veracidad de nuestro conocimiento acerca de todo aquello que no depende de nuestra mente.
En la quinta parte, Descartes habla acerca de la formación del mundo, aunque brevemente. Después pasa a exponer su antropología. Para él, el hombre es distinto a todos los demás animales, los cuales no tienen alma racional. Tanto el cuerpo humano, como los organismo del resto de animales, son máquinas. Y ambos tienen alma, pero el alma animal es inferior al alma humana, la cual es racional. Por otra parte, el alma humana no depende del cuerpo además de ser inmortal.
Finalmente, Descartes considera que ya ha impacientado al lector suficientemente, así que en la sexta parte se mete en una diatriba consigo mismo acerca de la publicación de los frutos de su trabajo, sopesando las ventajas y los inconvenientes de hacer tal cosa. Finalmente, solo decidió publicar el Discurso del método y algunos ensayos.