Perderlo todo
Hay personas que tienen que vivir situaciones límites que no han dependido de ellas, verdaderas catástrofes que ocurrieron y que las dejaron en pocos minutos en la calle, sólo con lo puesto.
Son experiencias que producen un sentimiento de despersonalización que afecta la identidad y puede provocar angustia y vacío existencial.
Es en esos momentos de gran desazón y desdicha cuando la gente se suele preguntar ¿qué fue lo que hice para merecer esto?, como si los fenómenos fueran castigos divinos.
Una tragedia así es lo que les ocurrió a los desafortunados ocupantes del malogrado edificio de la calle Bartolomé Mitre en el Barrio de Montserrat de la ciudad de Buenos Aires, hace pocos días, después que la guardia de defensa civil desalojó a sus ocupantes debido a la inminente amenaza de derrumbe; y lamentablemente, después de que los vecinos abandonaron sus casas, parte de esa propiedad se vino abajo.
La forma de enfrentar la circunstancia de perderlo todo en pocos minutos se puede vivir de distintas maneras, en función a la visión del mundo que tenga cada uno.
Quien valora la vida y cree que todos los sucesos se relacionan de una manera superior que no entendemos, se sentirá feliz de haberse salvado y es altamente probable que tenga recursos psicológicos suficientes para asimilar las pérdidas materiales, pero el que tiene una actitud desesperanzada y cree que está en el mundo a merced del caos, después del impacto le resultará difícil reconocerse sin hogar y sin nada.
No obstante, una experiencia de esta naturaleza es devastadora para todos.
Refugiarse en casa de familiares es un consuelo por algún tiempo, hasta que se hace imperioso buscar otra salida para recuperar la independencia y la posibilidad de reiniciar la vida.
Otros, los menos afortunados, habrán tenido que aceptar las soluciones que aportaron las autoridades, albergarse en hoteles o en lugares destinados a tal efecto.
Tal vez, estos son los que más desprotegidos se sintieron sin nada propio y sin la sensación de pertenencia a un grupo.
Afortunadamente, en este caso, los damnificados por esta tragedia serán indemnizados y la propiedad destruida será expropiada. El gobierno se encargará de iniciar las acciones legales a la empresa constructora que estaba realizando una excavación al lado y que parece haber sido la responsable de los daños.
Sin embargo, aunque nunca es fácil empezar de nuevo en cualquier circunstancia, esta catástrofe puede ser la oportunidad única para cambiar de vida, de comenzar de nuevo, de experimentar un nuevo nacimiento como alguien diferente, probablemente como se quiso ser alguna vez y por alguna razón no se pudo.
El hecho de estar vivo y no muerto le da sentido a la vida porque puede interpretarse como la evidencia de que existe un propósito para seguir viviendo.
Estos sucesos nos muestran que en cualquier momento podemos perderlo todo y que si queremos hacer algo tiene que ser ahora.
Independientemente de la condición social, cualquiera puede experimentar una pérdida semejante; desde el más pobre hasta el más encumbrado, porque nadie está libre de una crisis, de un quebranto, de un mal negocio o de los vaivenes del mercado.
Miles de personas en el mundo han vivido la experiencia de perderlo todo, después de un terremoto, una guerra, un huracán o un tifón. Sin embargo, la mayoría de los que se salvaron logra recuperarse y es capaz de empezar de nuevo, principalmente aquellos que piensan que por alguna razón sobrevivieron.
Puede que el perderlo todo pueda servir para darse cuenta que lo que a uno lo rodea no es todo, porque un ser humano es mucho más que eso.