El Aristotelismo en la Historia
En primera instancia, es más que importante y fundamental indicar que, antes de tratar propiamente en sí diversos conceptos con respecto, el Aristotelismo es aquella corriente o escuela utilizada, únicamente, para designar a aquellos filósofos, en primer lugar, y movimientos en segundo término, que de alguna forma aceptan y defienden aquellos principios básicos de Aristóteles, los cuales ya hemos visto de forma resumida en alguna que otra entrada anterior.
A pesar de este hecho, y aunque ya lo hallamos tratado con anterioridad, es destacable comentar los conceptos más importantes dentro de esta misma corriente, pues en algunos aspectos no sólo difieren de las concepciones propiamente tanto principales como originales, ni porque ésta ha tenido su propia evolución a lo largo de los siglos posteriores… sino porque, en su mayor conjunto, ha marcado muy profundamente el mismo pensamiento occidental.
El aristotelismo en la Historia
Muchos son los historiadores que, tras sus estudios e investigaciones, han dividido al propio aristotelismo en diferentes etapas, destacando entre ellas un aristotelismo «primario» (considerado como aristotelismo antiguo), un aristotelismo medieval y un aristotelismo renacentista. En la actualidad podría existir aún alguna corriente que mantiene estas mismas influencias, la cual consistiría en el pensamiento católico moderno.
Dentro de ese aristotelismo que en este caso hemos nombrado como «primario», se incluye, como es obvio y necesario suponer, el sistema filosófico de Aristóteles, y de su escuela (llamada, si recordamos, con el nombre de Liceo, o escuela peripatética, según guste). Destacan filósofos tales como Andrónico de Rodas (siglo I a.C.), el cual realizó una edición crítica de las obras de su maestro; Teofastro (370 – 287 a.C.), quien sistematizó el pensamiento de Aristóteles dando con ello un giro tanto naturalista como cientifista a la escuela; Alejandro de Afrodisia (siglo III d.C.), destacable por tratar la problemática del entendimiento agente; Claudio Ptolomeo (siglo II d.C.), imprescindible por estudiar la astronomía en sí; y finalmente aunque no menos importante Galeno, cuya labor fundamentó las bases del considerado como aristotelismo científico, al estudiar la medicina.
Tras el paso de los siglos, ese aristotelismo antiguo fue evolucionando hasta el aristotelismo medieval, el cual, asimismo, posee dos etapas bien distintas: el aristotelismo cristiano y el aristotelismo árabe. Tras la prohibición de la Física y la Metafísica -algo que tuvo lugar entre los años 1210 y 1215- personajes tan importantes como Tomás de Aquino o Alejandro Magno defenderán una interpretación del Estagirita (natural de Estagira; perteneciente o relativo a esta antigua ciudad de Macedonia, patria de Aristóteles) compatible con el cristianismo.
Dentro del aristotelismo arabe destaca Avicena, cuya filosofía se mezclaba con distintos elementos neoplatónicos. Averroe fue a su vez otro destacado filósofo de esta sub-corriente, quizá aún mucho más, pues fue el que luchó por recuperar el verdadero, único e intransferible aristotelismo, presentando una muy importante concepción del entendimiento agente como separador de aquellas almas consideradas como individuales.
En el Renacimiento, nos encontramos con un aristotelismo en donde se desarrolla y se manifiesta una nueva ciencia, la cual entra en crisis, exacta y precisamente en aquellos factores en los que se estudia tanto la astronomía como la física. Destacan filósofos tan importantes como Cesar Cremonimo, Martín Nifo, Jacobo Zabarella y Pedro Ponponazzi.
Finalmente, en un momento considerado como medianamente cercano al instante que vivimos, la universidad de Lovaina trabajó de forma exhaustiva muchos textos originales del propio Aristóteles, lo que impulsó que importantes autores reivindicasen el pensamiento aristotélico-tomista, haciéndolo compatible con el mensaje cristiano. Dentro deste grupo destacarían Etienne Gilson, Vignaux y J. Maritain.