Método de la ciencia
El lunes hablábamos de la crítica que el filósofo Karl Popper realizaba respecto al historicismo, doctrina según la cual hay una serie de reglas universales y necesarias que rigen los destinos de la humanidad. Su principal crítica radica en que esta clase de doctrina, además de errónea, es utilizada por los dictadores, gobernantes autoritarios… para hacer lo que les plazca. Pero si éste es el fundamento de su crítica, el método que sigue es tratar de derribar los fundamentos del historicismo, atacando a sus metodológicas. Popper niega que sea posible encontrar leyes inmanentes en la historia. Así que incluso suponiendo su existencia no nos serían cognoscibles. De esta forma desactivaría el primer peligro del historicismo; a saber, justificar acciones políticas autoritarias, que manejan a los individuos en pos de ese bien superior definido por aquellas reglas universales.
El método de la ciencia
Todas las teorías historicistas, recordemos, definidas por la suposición de que existen leyes universales cognoscibles que rigen el destino de la humanidad, tratan de aplicar el método de las ciencias naturales a la historia. De hecho, surgen de este intento. Pero, para Popper, aunque haya que aceptar cierta semejanza entre el mundo natural y el social, la historia no puede hacer uso del método que utilizan las ciencias naturales.
Para comprender esta contraposición, o imposibilidad de adecuación, Popper nos habla del problema de la refutabilidad.
Las ciencias naturales por definición son generalizadoras, tratan de explicar y predecir los hechos del mundo físico mediante el uso de ciertas leyes universales fundadas en condiciones universales (algo que, como ya hemos visto, no deja ser problemático). Así que el objetivo es el descubrimiento de leyes universales que den explicación a los hechos que ocurren en el mundo físico. Y, claro, la única manera que la ciencia tiene de lograrlo es a través de hipótesis para, posteriormente, analizar si dicha hipótesis se cumple. Si ésta no se cumple, entonces, la teoría habrá quedado refutada. Pero si se cumple, si cuando acudimos al mundo descubrimos que lo que ocurre concuerda con lo que la teoría asegura que debe ocurrir, diremos que la hipótesis ha quedado verificada, pero sólo temporalmente. Quizás, y eso ahora no lo podemos saber, en el futuro otro experimento demuestre que está errada y, por tanto, la refute. Así que como carecemos de dotes adivinatorias, es un error afirmar que una teoría es verdadera, porque eso supone que lo será para siempre, y esto se aleja de nuestras limitadas capacidades.
Esta explicación del método científico, que es la defendida por Karl Popper, sitúa la racionalidad en la posibilidad de que las teorías sean refutadas. De hecho, una teoría científica sólo será aquella que puede ser refutada empíricamente, aquellas hipótesis que por su esencia niegan tal posibilidad no podrán ser consideradas teorías científicas.
Entonces, las ciencias naturales verifican hipótesis universales –esto es la ciencia pura– para poder predecir sucesos concretos del mundo físico –esto es la ciencia aplicada–.
Por ejemplo, a través de una ley, llamémosle trivial, universal podemos establecer que los cuerpos duros se rompen cuando se ejerce determinada presión sobre ellos. Pero cuando se rompe algo no hace falta demostrar, una vez más, lo que la hipótesis determina, basta con mostrar que se ha ejercido la presión determina que la ley universal establece que es suficiente para romper un objeto determinado (un hueso, por ejemplo).
Este es el método científico pero, ¿cuál es el método historicista?
Imagen: beagfrancis.wordpress.com