Filosofía

Teofrasto

Publicado por Ruben Avila

TeofrastoTeofrasto fue un filósofo griego nacido en Ereso, un pueblo de la Isla de Lesbos, sobre el 372 a.C. (según las fuentes el nacimiento se adelanta un año) y que en realidad no se llamaba Teofrasto. Según cuenta Diógenes Laercio su verdadero nombre era el de Tirtamo. ¿Por qué entonces no le conocemos así? Pues básicamente porque Aristóteles, su principal maestro, le cambió el nombre dándole por el que pasó a la posteridad, que significa algo así como «de estilo divino». Al parecer sus disertaciones eran de una claridad deslumbrante, algo que le “achacaba” el Estagirita. Aunque Aristóteles no fue su único maestro, ya que también frecuento a Platón, en un primer momento. Después, entre otras cosas porque el ateniense murió, dejó la Academia para ir al Liceo, la escuela que montó Aristóteles que, recordemos, también fue discípulo de Platón.

En el Liceo, Teofrasto pasó el resto de su vida, convirtiéndose en sucesor de Aristóteles a la muerte de éste, presidiendo su escuela durante treinta y seis años, periodo de tiempo en el que la secta de los peripatéticos fue ganando influencia.

En cualquier caso, a Teofrasto se le supuso durante muchos siglos poco más que un epígono que el gran maestro, el verdadero genio, del que el de Lesbos viviría a su sombra. Sin embargo, con el paso del tiempo se le ha dado cada vez más importancia. Incluso, algunos consideran que fue él el que dio sentido a la obra aristotélica, puliéndola y corrigiéndola allá donde necesitara remiendo.

Lo que sí es evidente que Teofrasto mantuvo la forma de trabajar de su maestro, superándole en el tratamiento de lo particular y entregado a las cuestiones técnicas, como el estudio de la botánica, por ejemplo.

Teofrasto y la música

Pero al margen de sus otras facetas el filósofo de Ereso también se dedicó a las estética y, más concretamente, a la estética de la música. Nos cuenta Tatarkiewicz que escribió varias obras al respecto (a la estética general) como sus Poética, Sobre el estilo, Sobre la comedia, Sobre lo cómico, Sobre el entusiasmo, Harmónica y, ya más concretamente, Sobre la música. Naturalmente, como suele ser habitual, de la mayoría de sus obras tan sólo han llegado a nuestro conocimiento fragmentos o, directamente, nada más allá que alguna referencia bibliográfica de eruditos como el ya mencionado Diógenes Laercio.

Pero, de lo que sabemos, de lo que nos ha llegado de sus escritos, podemos determinar que para Teofrasto los efectos de la música en nosotros tenían su base sobre tres emociones básicas. A saber: «la tristeza, el deleite y el entusiasmo». La función de la música sería liberadora, dándole una válvula de escape a esas emociones, evitando de esta forma que se conviertan en algo negativo, que sus efectos sean nocivos.

Como vemos, Teofrasto mantiene la visión griega respecto a la influencia de la música en nosotros, pero es una visión moderada, siguiendo sin duda alguna las lecciones de su maestro Aristóteles.

Por completar su biografía, decir que Teofrasto murió sobre el 287 a.C. y que fue honrado en Atenas con un funeral público, según nos cuenta Diógenes Laercio.

Imagen: timerime.com