Estética poética en la época helenística
Durante el periódico helenístico y de dominación romana no se realizó una teoría poética elaborada, cuando menos no tan sistemática y precisa como la que realizó Aristóteles —pero es que también hay que tener en cuenta es que Aristóteles sólo ha habido uno en la historia de la humanidad, y difícilmente se repita—. De hecho, la más completa de este periodo es sin duda alguna la de Horacio, intitulada Arte poética, y no deja de ser un poema sobre poesía, más que una obra científica al estilo de la del estagirita que todavía sigue siendo un manual de lectura imprescindible para cualquiera que quiera ser narrador en cualquiera de sus variantes, desde novelista hasta guionista.
El Arte poética de Horacio se incluye en su Epístola a los Pisones, escrita entre el 19 y el 20 a.C., y bebe directamente de una obra anterior elaborada por Neoptólemo (o por lo menos eso es lo que nos cuenta Porfirio pues que la de este último no ha llegado hasta nuestros días), posiblemente un peripatético, es decir, un discípulo de Aristóteles, así que es de suponer que siguiendo al maestro tratase el problema de una manera sistemática y según parece organizó los problemas poéticos de manera concisa y precisa, de manera que según nos cuenta Tatarkiewicz se convirtió «en el progenitor de la poesía helenística».
De esta época, de la helenística, nos han llegado muchas obras respecto a la poética, pero la mayoría de manera fragmentada. Es el caso de Sobre el estilo de Teofrasto, del que ya hemos hablado y que fue discípulo en primer lugar de Platón y después de Aristóteles, a quién le debe su apodo (Teofrasto) puesto que sus padres le dieron el nombre de Tirtamo. Como veis, aquí también se encuentra por medio el estagirita.
Además de las obras mencionadas, existen otras que también han contribuido a la estética poética de la época helenística. Por ejemplo, la obra de Filodemo de Gadara, titulada Sobre los Poetas, proporciona una visión epicúrea de la poesía. En esta obra, Filodemo argumenta que la poesía, al igual que todas las formas de arte, debe ser juzgada por el placer que proporciona al espectador, en lugar de por su adherencia a ciertas reglas o estándares.
Por otra parte, sí que han llegado hasta nuestros días otras obras, estas completas, como la de Dionisio de Halicarnaso (de título La composición de las palabras) y la de Demetrio (de nombre Sobre la expresión). Este último discípulo de Teofastro, del que ya hemos dicho que fue seguidor de Aristóteles. Sí, todo queda en familia. Parece evidente la importancia de los peripatéticos en la elaboración de la teoría poética. Algo que le parecerá evidente a todo aquél que haya leído la Poética de Aristóteles, obra que nunca será suficientemente alabada.
También se ha conservado una obra anónima, titulada Sobre lo sublime, defensora del aticismo —corriente que también siguió Dionisio de Halicarnaso— frente al asianismo. Es decir, el estilo sencillo frente al adornado. Si recordáis lo que dijimos respecto a la estética de la música helenística y qué suponía la griega frente a la oriental, os podéis imaginar que estilo corresponde a qué corriente. En cualquier caso, por si quedan dudas, el estilo sencillo sería defendido por los partidarios del aticismo y el elaborado por los defensores del asianismo.
Esta obra anónima de Sobre lo sublime disputaba con la obra de Cecilio, del mismo nombre, defensora del asianismo. Aunque en este caso, y desgraciadamente, no ha llegado hasta nuestros días.
Es importante destacar que, a pesar de la falta de una teoría poética sistemática en la época helenística, la poesía de este período fue profundamente influenciada por las ideas y debates filosóficos de la época. Por ejemplo, el concepto de «lo sublime» se convirtió en un tema central en la poesía helenística, reflejando la creciente importancia de la experiencia estética en la filosofía helenística.
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