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El poder de la música

Publicado por Ruben Avila

el poder de la músicaRecientemente hemos hablado sobre el furibundo ataque que la escuela escéptica llevó acabo sobre la teoría de la literatura —en la época helenística conocida como gramática—. También hemos visto que la poesía tampoco era muy de su agrado, pero por lo menos en ésta veían determinadas virtudes. Sin embargo, en el caso de la gramática, no veían ninguna. De hecho, negaban su propia existencia como ciencia.

De igual forma, comentábamos en un artículo anterior que los escépticos también atacaron a la música. Los seguidores de Pirrón no estaban de acuerdo con la opinión de la mayoría de los griegos contemporáneos suyos, quienes consideraban a la música como algo especial. En este sentido se acercaban a los epicúreos, que también lucharon contra la común visión griega de la música, defendida y difundida por otras importantes escuelas como la pitagórica, la platónica o la estoica.

Los escépticos consideraban que las escuelas anteriores sobredimensionaban el poder de la música y le otorgaban valores y capacidades que no poseía. Así, las escuelas anteriormente mencionadas, llegaban a afirmar que la música poseía ciertos “poderes mágicos”, ya que da coraje al soldado tembloroso en el campo de batalla o disminuye la cólera del que se encuentra sumamente excitado, o proporciona cierto alivio al afligido y contento al que está alegre. Además, también consideraban a la música una posible fuente de conocimiento.

La música no es especial

Sin embargo, los escépticos contradecían toda la retahíla anterior de supuestos beneficios y características de la música. Por resumir su tesis en una oración, para ellos, todos esos beneficios y poderes no son más que ilusión. Principalmente porque a nada que se elabore cierto análisis de la situación, descubriremos que hay a personas, y animales, a los que la música no afecta en absoluto o, de hacerlo, lo hace de una manera distinta.

Así, los tambores no darían valor al ejército, sino que solamente alejarían el temor por un tiempo. Además, si es cierto que la música afecta, no lo hace más que el vino o el sueño. Así que si no se les considera especiales a estos, tampoco se debería considerar especial a la música.

Por último, de Sexto Empírico conservamos cuatro contra-argumentos que defendían los escépticos, por lo menos él como representante de estos, frente a aquellos que consideraban que la música tenía poderes especiales.

1. Frente a los que aseguraban que el tener oído musical era una fuente de placer, Sexto Empírico respondía que aquellas personas que no lo tienen, no parecen echarlo de menos.

2. Frente a aquellos que mantenían que el sentido musical era una muestra fehaciente de erudición, Sexto aseguraba que la música también afecta a los bebés —las nanas los adormecen— o a los animales, y es evidente que ni estos ni aquellos tienen educación.

3. A los que aseguraban que ciertas melodías ennoblecían el alma contraponía la opinión de aquellos pensadores que consideraban que la música provocaba «pereza, embriaguez y ruina».

4. También respondía a los pitagóricos, que consideraban que la música se fundaba sobre los mismos fundamentos que la filosofía, que eso era evidentemente falso.

5. Por último, a los mismos pitagóricos que pretendían que la armonía de la música era reflejo del orden del cosmos, Sexto les aseguraba que eso no era verdad, puesto que, sencillamente, no existía armonía alguna en el cosmos.

Imagen: secretosdeprosperidad.net