Poesía helenística
Durante el helenismo prosa y poesía lograron el mismo status. Ambas eran consideradas como literatura. Es decir los teóricos estudiaban tanto a los poetas como a los prosistas. Y, naturalmente, se estudiaban los principios, las ideas, las causas, los medios, fines, etc. Como en cualquier otra arte.
En un primer momento, la diferencia entre prosa y poesía no estaba muy bien delimitada. Así, Gorgias, uno de los sofistas más conocidos, definió a la segunda como “lenguaje métrico”; mientras que Aristóteles lo hizo como “lenguaje imitativo”. Ciertamente siguiendo un modelo u otro tendremos que aceptar o rechazar determinadas obras. Y esta ambigüedad se mantuvo durante el helenismo, asumiendo en ocasiones la variante aristotélica, aunque se introdujo un cambio importante.
Resulta que si bien la poesía seguía el modelo aristotélico, la poesía era más amplia. Sí, he repetido dos veces la misma palabra aparentemente de forma contradictoria, pero no es una errata y, efectivamente, la contradicción no es tal, sólo es apariencia. Porque la segunda vez me he referido a la poesía en su sentido amplio, como literatura. Así, ésta se dividía entre imitativa y no-imitativa. La primera correspondería a la poesía y la segunda a la prosa. ¿Así mejor?
Pero este no era el único ropaje que le daban en la época helenística, ya que al oponer a la poesía a la oratoria, la consideraban al modo en que lo hacía Gorgias, es decir, como una construcción métrica. Por otra parte, al enfrentarla a la historia, la definían por su contenido ficticio. Dependiendo de su “oponente” era definida por su contenido o por su forma.
Finalmente, Posidonio sintetizó ambos elementos y como nos cuenta Diógenes Laercio (uno de los grandes historiadores de la antigüedad):