Poesía y filosofía
Así como la relación entre poesía e historia se definía porque esta última hablaba de la realidad mientras aquella lo hacía de la ficción, la relación entre poesía y filosofía les era más difícil de establecer a los antiguos griegos. Bueno, en realidad no sólo la filosofía, sino toda ciencia porque, recordemos, por aquella época eran la misma cosa. De hecho, la distinción entre ciencia y filosofía llegó unos cuántos siglos más tarde. Curiosamente, para ellos, todas las ciencias eran filosofía, salvo la historia, ya que ésta era considerada crónica.
En palabras de Cicerón:
«hay que observar unas leyes en historia y otras en poesía […] puesto que aquélla todo, Quinto, apunta a la verdad, mientras que en ésta la placer, generalmente»
Sin embargo, lo que diferenciaba entre ciencia e historia es que aquélla se relaciona con hechos generales mientras que ésta lo hace con hechos particulares. Así que verdad, placer, lo general y lo particular es lo que definiría en la época helenística a la filosofía-ciencia, a la poesía y a la historia.
Bien, con lo dicho hasta aquí se podría establecer los siguientes criterios:
A. Si nos encontramos ante una disciplina que trata de forma verídica con hechos concretos, es historia lo que tenemos en frente.
B. Si por el contrario nos encontramos ante una disciplina que trata de hechos generales de forma verídica es de ciencia de lo que hablamos.
C. Y, por último, si es ficción la materia prima de la disciplina que tenemos en frente, nos estamos refiriendo a la poesía.
Pero es que resulta, si recordemos lo que dijimos hace un par de artículos, en un primer momento se pretendía que la función de la poesía era la búsqueda de la verdad. Es decir, la de conocer a los dioses y a los hombres. Que es precisamente la tarea que se asignaba a la filosofía. Efectivamente, en un primer momento la función de ambas disciplinas era la misma, de ahí que su relación fuera extraña. Resultaba que eran diferentes e iguales.
Durante un tiempo, cuando algunos filósofos como Platón reclamaron en exclusiva el trono de la búsqueda de la verdad para la filosofía, se produjo una disputa entre ésta y la poesía. O, mejor dicho, entre los partidarios de una y de otra. Finalmente, el duelo lo ganaría la filosofía. De hecho, en la época helenística la batalla ya no era tal. Lo cual no quiere decir que ya no hubiera disputa, claro que no, con lo divertido que es discutir…
Durante el helenismo la pelea era entre los que querían alejar a la poesía de la filosofía y entre los que querían acercarla. Los primeros condenaban a la poesía; los segundos la ensalzaban. Así lo hacían los estoicos, como Posidonio, que colocaban ambas disciplinas a la par o autores tan importantes como Cicerón, Séneca o Plutarco, que las consideraban como formas de conocimiento distintas pero no antagónicas. Frente a ellos se encontraban los epicúreos y los escépticos. Los primeros, siguiendo la estela de Platón, condenaban a la poesía por ser diferente a la ciencia; mientras los segundos aseguraban que en la poesía no había nada de filosofía, y, de haber, sería de mala filosofía.
A pesar de estas disputas, la poesía y la filosofía han seguido coexistiendo a lo largo de la historia, cada una con su propio espacio y su propia voz. En la Edad Media, por ejemplo, la poesía se convirtió en una herramienta para transmitir conocimientos filosóficos y teológicos. Los poetas de la época, como Dante Alighieri, utilizaron la poesía para explorar conceptos filosóficos complejos en su Divina Comedia.
En la era moderna, la relación entre poesía y filosofía ha tomado un giro interesante. Algunos filósofos, como Friedrich Nietzsche, han utilizado la poesía como una forma de expresar sus ideas filosóficas. Nietzsche, en particular, creía que la poesía podía capturar aspectos de la existencia humana que la filosofía pura no podía.
Por otro lado, algunos poetas contemporáneos han incorporado conceptos filosóficos en su obra. Por ejemplo, T.S. Eliot, en su poema «La Tierra Baldía», explora temas de desesperación y vacío existencial, conceptos que son centrales en la filosofía existencialista.
En definitiva, la relación entre poesía y filosofía es compleja y multifacética. Aunque han habido momentos de tensión y disputa entre ambas disciplinas, también ha habido momentos de convergencia y colaboración. Ambas, a su manera, buscan explorar y entender la condición humana, y ambas tienen un papel importante que desempeñar en este esfuerzo.
Imagen: holismoplanetario.wordpress.com