La Risa y su relación con lo sagrado
La risa es el camino de la religiosidad, porque lo religioso no tiene por qué ser serio; la seriedad es propia del ego que siempre está preocupado.
Una persona religiosa se ríe de sí mismo y otra que no lo es se ríe de los demás.
La verdadera religión es una celebración de la vida. Los serios levantan barreras, la celebración no tienen sentido para ellos y se vuelven áridos; pueden creer que son religiosos pero no lo son; pueden creer en las teorías de las religiones pero no saber qué es ser religioso.
La risa es la verdadera oración de gratitud, es salud, vitalidad, alegría y permite que la energía fluya.
El ego se complace en recopilar teorías, ideología, religiones, filosofías, cosas serias que hacen que la vida sea monótona y sin matices.
La religión hay que vivirla, no alcanzan las teorías, tiene que volverse parte de uno mismo, naturalmente, sin intervención del pensamiento.
Las estatuas de los santos están todas serias, no existe ninguna que esté riendo, que demuestre lo feliz y agradecidas que se sienten en estado de gracia.
Sin embargo, Buda, por ejemplo, no era ningún erudito ni siquiera era un filósofo ni un metafísico, era alguien sencillo, silencioso, feliz y muy vital que vivía el momento.
Pero cuando el intelecto interviene para comprender, convierten la religión en una teoría seria y destruyen la verdad, porque pierde su fragancia y su vitalidad.
La verdad no puede expresarse con palabras porque es puro silencio, pero llega el momento en que habrá alguien que quiera traducirla en palabras, sistematizarla y esa intención acabará matándola.
La gente pocas veces ríe porque han convertido sus vidas en una tragedia, un caos que desplazó a la risa que ahora sólo es una mueca sin significado.
La risa se utiliza en la sociedad para quedar bien, forma parte de las normas de los expertos en relaciones humanas, mejora las negociaciones, crea vínculos económicos, ha perdido la inocencia.
Los bebés ríen y demuestran que están saludables y cómodos, su madre se alegra y se tranquiliza si ve reír a su hijo, porque se da cuenta que además de estar sano es inteligente.
El que no puede reír tampoco puede llorar porque ambas emociones son parte del ser auténtico y sincero.
La risa y el llanto poco a poco se van olvidando como cosa natural y se vuelven artificiales, funcionales, con un fin práctico.
La medicina reconoce que la risa puede ser tan eficaz como cualquier remedio, sólo que es más barato y más accesible.
La risa expresa un estado de ánimo feliz que es propio de la salud, es como un estado de meditación porque al estar entregado a la risa no se puede pensar.
El método Zen busca lograr la no mente y la risa es el ingreso natural para llegar a ese estado.
En la sociedad que vivimos las personas más serias son las más reconocidas y las que se ríen mucho están desacreditadas. La seriedad es garantía de solvencia económica y de responsabilidad y la risa siempre a flor de labios enciende la sospecha de la farsa, del engaño.
En algunos monasterios Zen los monjes tienen que iniciar el día riéndose y terminarlo del mismo modo.
En este mundo hay que reírse por algo, no por nada, porque puede ser tildado de loco, pero si llora en silencio será respetado, porque en general lo más común es que la gente se sienta más triste que alegre, por distintas razones, porque no consigue lo que quiere, porque no gana lo suficiente, o porque siempre necesita algo que no tiene.
Reírse a la mañana por nada es lo más natural, porque simplemente es un milagro estar vivo.
Fuente: “El hombre que amaba las gaviotas y otros relatos”, Osho, Grupo Editorial Norma, 2003.