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Platón y la idea del Bien

Publicado por Malena

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Para Platón la felicidad verdadera para el hombre es lograr el desarrollo pleno de su genuina personalidad dentro de la razón y la moral, el crecimiento de su alma y el bienestar armónico general de su vida.

El bien se encuentra entre el placer y la sabiduría. Es un estado del alma que no puede reducirse al placer corporal, sin tener en cuenta las necesidades del espiritu, porque si así fuera, el hombre sería como una ostra; ni tampoco centrarse únicamente en el espíritu dejando de lado los placeres corporales, porque aunque el intelecto sea lo esencial del hombre no es lo único en él.

En cuanto a los placeres mundanos Platón se refiere a la satisfacción de los deseos inocentes con moderación.

Una vida verdadera y buena no implica alejarse del mundo ni despreciar los placeres de la vida, sino reconocer que esta realidad no es la mejor, porque es sólo una modesta copia de la vida verdadera.

El secreto es tener en cuenta la medida para tener una buena vida, porque el bien es un aspecto de lo bello que tiene su justa proporción.

La felicidad contiene también el conocimiento de Dios, ya que la perfección de las formas son su obra y con sólo contemplarlas lo harían semejante a Él.

El Sumo Bien se alcanza con la práctica de la virtud que significa ser lo más semejante posible a Dios con ayuda de la sabiduría.

Por lo tanto también el culto religioso es un bien para el hombre, porque este bien es más que nada una condición del alma.

Platón coincidía con Sócrates al considerar la virtud como conocimiento, porque lo que es realmente bueno es de sabios.

Todas las virtudes se unen en la prudencia del conocimiento de lo que es verdadero.

La bondad no puede ser nunca relativa sino que es algo absoluto, porque sólo lo inmutable se puede conocer. Lo que no es bueno es ininteligible.

Platón estaba convencido que nadie hace mal sabiéndolo o a propósito. La persona que actúa mal no sabe y cree que lo que hace es bueno.

Platón reconocía el carácter urgente de las pasiones, pero sólo el que no conoce se deja llevar por sus impulsos.

En “La República” Platón señala las cuatro virtudes más importantes: la sabiduría, el coraje o la fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia.

La sabiduría corresponde a lo racional del alma, el coraje es la vehemencia, la templanza es el equilibrio entre la razón y la pasión, y la justicia es la armonía del alma.

La Buena Forma no admite la presencia de su opuesto, la mala. El alma es la Forma de la vida por lo tanto no admite la muerte, de manera que cuando el cuerpo físico deja de existir el alma o perece con él o lo abandona y se aleja. Para Platón no perece.

No hacer el bien no destruye al alma de los hombres injustos, cobardes, intemperantes e ignorantes, ya que pueden vivir tantos o más años que un hombre bueno, de modo que es lógico pensar que tampoco puede ser destruida por algo externo.

En los mitos del Fedón, del Giorgias y de la República, Platón propone la teoría de la inmortalidad del alma, poniendo en labios de Sócrates que esta vida es la oportunidad de prepararse para la eternidad, ya que el alma es eterna y podrá vivir en el más allá de acuerdo a como haya sido la conducta en este mundo.

Sólo el hombre sabio podrá liberarse del ciclo de reencarnaciones mientras el necio se precipitará en el Tártaro(el lugar más oscuro del Hades donde irán después de muertos los enemigos de los dioses y los terribles criminales).