Bibliografía de Platón-La República
(Segunda Parte)
Todo lo antiguo se actualiza y todo lo moderno se fosiliza.
En esta obra también incluye Platón un mito de fuerza sobrecogedora que se ha hecho famoso.
Imagina unos hombres encadenados que se encuentran desde niños en una caverna, con una abertura por donde penetra la luz exterior sin poder moverse ni mirar más que el fondo.
Fuera de ella, a espaldas de esos hombres, brilla una luz que proyecta en la pared de la caverna la sombra de los hombres que pasan, que es lo único que pueden ver.
Cuando los transeúntes hablan, los encadenados oyen sus voces como si procedieran de las sombras que ven, que para ellos es la única realidad.
Uno de los encadenados, libre de su encierro, contempla la luz de la realidad exterior que lo deslumbra y le hace doler los ojos.
Poco a poco logra habituarse y consigue ver primero las sombras, luego las imágenes de las cosas reflejadas en las aguas, después las cosas mismas y por último el Sol.
Entonces sentirá que el mundo en que había vivido antes era irreal y que si volviera a la caverna y le dijera a sus compañeros que ese mundo de sombras no es real se reirían de él y si tratara de liberarlos hasta lo matarían.
Platón simboliza con este relato al hombre que no ha llegado más que a un conocimiento sensible y que cuando es llamado a obtener la sabiduría, tras un primer momento de desconcierto, llega a la contemplación de las ideas mismas y finalmente a la más elevada, la idea del Bien.
Platón realiza un elogio de la ciencia de los números (influido por los pitagóricos) como vehículo para elevarse hasta la esencia misma de las cosas y que los gobernantes deberán conocer, así como también el espíritu de la Geometría.
La Astronomía será la tercera ciencia, mientras que el camino para llegar al conocimiento científico será el de la dialéctica o el de la discusión.
Platón indaga sobre la naturaleza del arte y encuentra que es imitación del mundo sensible y que no es educativo.
La ley moral, posee una sanción suprema en una vida futura, sanción cuya idea conduce al filósofo a probar la existencia y la inmortalidad del alma humana.
Cuando el hombre experimenta dos tendencias contrarias con relación al mismo objeto, es una prueba de que hay en él dos partes opuestas. Una, que está dispuesta a obedecer a la ley en todo aquella que ella prescribe y otra que es irracional, que nos hace cobardes y propensos a dejarnos llevar por la desesperación o por la pasión. Esta es una prueba de la existencia del alma.
La injusticia, la intemperancia, la cobardía, la ignorancia, son vicios propios del alma que pueden hacer a un alma mala pero jamás la podrán destruir, disolver o alterar. Si la injusticia que practican los hombres con maldad los matara, sería la muerte un remedio para todos los males.
Cualquier enfermedad o destrucción propia del cuerpo tampoco puede dar muerte al alma.
Si la corrupción y los vicios propios del alma, su propio mal, no pueden matarla, tampoco la puede matar la destrucción que es propia del cuerpo, por lo tanto el alma es inmortal.
Todas las almas existen siempre porque son inmortales. El Cristianismo también se valió de las pruebas de la inmortalidad del alma de Platón.
La idea del Bien aparece al mismo tiempo como divinidad, como el artífice o demiurgo del mundo.
Platón supone la creación de un “alma del mundo”, intermedio entre las ideas y las cosas, que es la animadora del mundo.
El alma humana es también algo intermedio, por una parte está caída, ligada a la caverna que es el cuerpo, sujeta al mundo sensible, cambiante y corruptible, por otra parte ha visto las ideas y posee una peculiar conexión con ellas, participa por lo tanto de su mundo eterno e inteligible.
El hombre querido por los dioses sólo puede esperar de su parte bienes, y si algunas veces recibe males, es en expiación de las faltas de su vida pasada.
Sócrates, Platón y Aristóteles son los pilares de la filosofía griega.