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El alma en Platón

Publicado por Christian

La búsqueda del almaEl sistema filosófico de Platón es un todo fundamentalmente coherente en sus líneas maestras, en cuyo centro se halla la teoría de las ideas. No en vano, la doctrina platónica del alma es, precisamente, la teoría de las ideas, en donde, en efecto, la racionalidad del alma se afinca en ese mismo conocimiento de las ideas, y éstas constituyen el reino de lo real al que el alma pertenece, y al cual se siente impulsada por su propia naturaleza.

Se trata, como vemos, en un planteamiento del problema del alma que hunde sus raíces conjuntamente en la experiencia científica, y en la experiencia religiosa, en donde se explicarían los siguientes rasgos de su teoría.

En primer término, que la cuestión fundamental acerca del alma sea para Platón la de su propia inmortalidad. Ésta inmortalidad en sí del alma, dado que el cuerpo es corruptible y perecedero, implicando evidentemente una preexistencia y ulterior pervivencia de aquella respecto de éste. Esto, asimismo, implica que su unión con el cuerpo no es un estado esencial del alma, sino un estado transitorio, antinatural, accidental, pues el lugar propio del alma es el mundo de las ideas, y su actividad más propia, la contemplación de ellas.

Pero si el lugar propio del alma es el mundo de las ideas y su actividad más propia es la contemplación de éstas, es más que obvio que el alma es concebida por él como principio del conocimiento racional. Mientras permanece unida al cuerpo, la presunta tarea fundamental de ésta es la de purificarse; esto es, prepararse para la contemplación de las ideas, lo El filósofo griego Platónque vendría a suponer que el alma se encuentra en un estado evidente de impureza. La cuestión exacta e inequívoca sería preguntarse, ¿de dónde vienen, pues, las impurezas? Una respuesta clara por parte de nuestro protagonista puede ser que provienen, precisamente, de las diferentes y diversas exigencias y necesidades del propio ser humano; algo que equivaldría a conceder al alma, además de su función como principio del conocimiento racional, una función de control sobre el cuerpo.

De este modo, Platón se ve obligado a distinguir partes del alma, o, almas distintas, y en su clasificación propiamente, distingue las almas (o partes) racionales, concupiscibles e irascibles. Sin embargo, y cuando se plantea la hipótesis acerca de si las tres podrían ser inmortales, el pensamiento platónico pierde cierta nitidez y se mueve, por tanto, en una cierta ambigüedad inevitable.