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Los siete sabios: Biante, Cleóbulo y Periandro

Publicado por Ruben Avila

BianteDentro del repaso que estamos dando a los siete sabios de la Antigua Grecia, recordemos que después Pitágoras aseguraría que solamente la divinidad puede ser sabía y que, por tanto, los hombres tan sólo pueden aspirar a seguir y a amar la sabiduría, de ahí que comenzaran a llamarse filósofos… Dentro de nuestro repaso, decíamos, hemos hablado de Tales de Mileto, el primero de todos los sabios, cuando menos cronológicamente; de Solón; y de Pítaco y Quilón. Lo que hace un total de cuatro sabios. Así que, siguiendo las reglas básicas de la resta, descubriremos fácilmente que son tres los sabios sobre los que aún no hemos hablado. Y a los que haremos referencia en este artículo. A saber: Biante, Cleobulo y Periandro.

Biante

Oriundo de Priene, vivió en el siglo VI a.C. Para algunos, en particular el peripatético Sátiro, habría que considerarlo el más destacado entre todos los sabios. Algo que resulta difícil de discernir, pero de lo que no hay duda es de que Biante era sumamente ingenioso, si tenemos en cuenta las historias que de él cuentan.

Por ejemplo, aseguran que cuando Alietes estaba asediando Priene, la ciudad donde Biante nació, éste mandó engordar a dos bueyes y se los envió al campamento de Alietes, que se quedó impresionado al ver que los de Priene tenían alimentos hasta para cebar a sus bestias. Lo que ponía muy en cuestión que fueran a rendirse en poco tiempo. Así que decidió mandar dos emisarios a parlamentar con Biante. Lo que hizo éste, entonces, fue apilar montones de arena y derramar trigo por encima, para que pareciese que tenían provisiones más que de sobra. Cuando los emisarios se lo contaron a Alietes, no pudo más que proponer la paz.

También decían de él que era muy elocuente y bastante ingenioso. Así, una vez, navegando con impíos, una tormenta comenzó a zozobrar la nave y éstos se pusieron a llamar a los dioses. Viéndolo, Biante les dijo: «Callaos que no se enteren de que vosotros navegáis por aquí».

Cleóbulo

Fue un poeta de Lindos, aunque según Duris era de Caria. Según Diógenes Laercio compuso «cantos y adivinanzas en unos tres mil versos». También fue tirano de Lindos.

Tuvo una hija, Cleobulina (no, no es el nombre de un medicamento), que también logró cierto renombre en el campo de la poesía.

Entre sus máximas, la más famosa que nos ha llegado, es la de «lo mejor, la medida». Es decir, la moderación. Lo que nos recuerda sobremanera la posterior máxima aristotélica de que la virtud está en el medio.

Periandro

Natural de Corinto, fue también un tirano de la misma ciudad. Era extremadamente cruel. Cuentan de él que mató a su mujer de una patada, en un acceso de ira, por culpa de las maledicencias de sus concubinas, a las que mandó quemar vivas. También se dice que mandó a Córcira a varios jóvenes para que fueran castrados. Ya anciano, Periandro llamó a su hijo Licofrón, al que había desterrado, para que heredara su gobierno. Sin embargo, los corcirenses mataron a Licofrón.

Desolado, Periandro murió a los ochenta años de edad.

Imagen: es.wikipedia.org