Juan Enrique Bolzán-Continuidad de la materia-Segunda Parte
Para Aristóteles, la materia es la causa y principio de la substancia, o accidente, o sea, la materia prima o materia segunda.
La materia así entendida no es responsable de la existencia actual del ser sino de su potencial poder llegar a ser, de la posibilidad de su transformación, la que hace posible el cambio, inseparable de la otra materia que cambia, o sea de la forma.
La ciencia se ocupa de la materia segunda o substancia existente, del ser material que es el que tiene una estructura con la que se puede experimentar.
No es lo mismo la materia prima o potencial que jamás podrá ser sola, sin la substancia, materia que no se compone ni se descompone, no tiene ninguna estructura ni consta de ningún elemento.
El ser material se presenta en primer lugar, como una extensión, un trozo concreto de substancia química sensiblemente existente; y en segundo lugar es una extensión activa por contacto, gracias a su extensión y a su impenetrabilidad.
Como ser material se caracteriza por su acto o dinamismo. Este sería un concepto del ser material desde el punto de vista energético.
Pero materialidad indica directamente pasividad, de modo que el ser material como substancia, necesariamente también es pasiva, ya que tanto el dinamismo como la pasividad son conceptos relativos; porque existen seres activo-pasivos cuya actividad o pasividad es relativa a otros seres activo-pasivos.
El ser material es material pasivo como factor constante; y activo, porque cambia. Esa materialidad pasiva del ser material no tiene estructura.
El ser material es el que se puede transformar, la materia pasiva es la que transforma.
El ser material como estructura coincide con la relación entre materia y energía, donde existen los dos factores de pasividad y actividad y también con los pares fundamentales: onda-corpúsculo y partícula-campo.
El ser material no se puede concebir de otra forma más que en interacción, o sea inter-existencial, ya que su acto siempre se refiere a otro. Acto potencia como expresión del ser material, que nunca se podrá expresar como vacío absoluto o como la nada positivamente; porque el absoluto no ser no se expresa, no es acto alguno, sólo es posible hablar del no ser dentro del ámbito del Ser.
El vacío o la nada solo se afirma como negación del Ser.
Al descubrirse los campos electromagnéticos y gravitacionales se ha confirmado la conclusión de la filosofía, en el universo no existe el vacío absoluto, siempre hay algo.
El cosmos es tanto ontológica como científicamente un todo, un armónico material continuo.
La individualidad no tiene pleno sentido sino con respecto a la totalidad. El individuo participa físicamente de la especie con sus diferencias reales pero accidentales; y toda substancia se inclina más al en sí a medida que asciende en la escala ontológica.
La substancia que es la persona constituye el punto óptimo de independencia y sólo en el plano metafísico del acto de ser aparece el problema de la participación.
Bolzán distingue entre “individuo-especie-parcial e “individuo-especie-total. El primero es el sujeto inmediato de toda experiencia directa y el segundo surge de la integración del primero que existe concretamente en el universo material, y que agota la existencia cuantitativa de cada especie, afirmándose la continuidad fundamental del ser material con la unidad del cosmos.
Dios es Ser y esencia y todos los demás es por participación.
Fuente:»Continuidad de la Materia», Ensayo de Interpretación Cósmica, Juan Enrique Bolzán, Editorial Universitaria de Buenos Aires