Aristóteles – La Materia y la Forma-Parte I
Para Aristóteles sólo el individuo es sustancia; que no se puede definir por su elemento material ni por lo perecedero de la materia, porque la sustancia es la esencia o forma de una cosa.
La sustancia es principalmente la forma, que es inmaterial, y la única sustancia verdadera y única es la sustancia pura.
Las formas puras, independientes de la materia son Dios, las inteligencias de las esferas y el entendimiento agente en el hombre.
La forma pura es el elemento inteligible mientras la materia es impenetrable por el pensamiento.
Existe un sustrato en el cambio que subyace, sin características propias definidas y que está en potencia, en todo lo que se modifica, por acción de una causa eficiente.
La materia siempre existe en conjunción con la forma que la caracteriza, no puede existir por si sola, es un elemento de todos los cuerpos.
El cambio es el desarrollo de un cuerpo que ya existía anteriormente, capaz de transformarse en otra cosa.
Existen tres factores en el cambio: la materia, la forma y la privación o exigencia.
Las personas son idénticas en cuanto a la forma o sea en cuanto a su naturaleza humana, pero distintas porque la materia informada es diferente.
La materia es lo que individualiza y la forma es el universal. La pluralidad depende de la materia, que es el principio de individuación e ininteligible en si misma.
Por lo tanto, el individuo no es objeto de la ciencia porque no es enteramente cognoscible.
Si bien al individuo no se lo puede definir, se los puede aprehender por percepción o intuición.
Los objetos naturales están en potencia con respecto a la plena realización de su forma, pero el acto es primero que la potencia, el acto es el fin, aquello para lo cual existe o se adquiere la potencia.
Lo que es eterno es primero y es actual en el más amplio sentido. Dios es actual como eterna fuente del movimiento, del pasar de la potencia al acto, Dios debe ser total Actualidad, Primer Motor Móvil.
Las cosas eternas, dice Aristóteles, tienen que ser necesariamente buenas, sin defectos o perversión, por ende, no puede existir un principio malo separado, puesto que lo que no tiene materia es pura forma.
La causa última de la actualización de la potencia es que la bondad llegue a realizarse.
La distinción de la potencia y el acto lleva a la teoría de la jerarquía de los seres a medida que son transformados; pero las formas puras no evolucionan fuera de la materia. Las especies son inmutables aunque los objetos sensibles desaparezcan.
El cambio exige además de una causa material una causa eficiente o sea un agente externo que la modifique o un movimiento natural hacia su propio lugar en el universo.
La causa formal de una cosa es normalmente su causa final porque el individuo de una especie se esfuerza en encarnar con la mayor perfección posible la correspondiente forma específica.
Aristóteles nos dice que la naturaleza no hace nada superfluo. El Primer Motor Inmóvil no es un Dios creador, dado que el mundo existe eternamente. Dios forma el mundo pero no lo ha creado. Lo forma por ser él la fuente suprema del movimiento, actuando como soberana causa final, como objeto de deseos.
El Primer Motor debe causar el cambio sin cambiar, absolutamente inmaterial, o sea Acto Puro.
La manera como mueve es inspirando amor y deseo (lo deseable es lo mismo que lo inteligible en lo inmaterial).
El Primer Motor, siendo inmaterial, no puede realizar ninguna acción material o sea, que su actividad tiene que ser espiritual y por ende intelectual.
En consecuencia, la actividad de Dios es pensar. Dios es Pensamiento del pensamiento.
Aristóteles no tiene ninguna teoría ni sobre la creación divina ni sobre la divina Providencia pero reconoce la tendencia connatural de todos los objetos sensibles hacia la plena realización de sus potencialidades, atribuyéndole un significado y una finalidad real al cambio y al devenir.