El Hombre Masa según Ortega y Gasset
Ortega y Gasset, aunque nació en 1883, pertenece a la generación del siglo XX.
El pensamiento de este filósofo sostiene que desde el siglo XIX, aproximadamente los cambios históricos, científicos y tecnológicos se comienzan a producir con gran rapidez y el ritmo de vida se comienza a acelerar mucho más que en épocas anteriores en una medida que no tiene precedentes.
Sin embargo la vida individual y colectiva del hombre no ha evolucionado de la misma forma. Se conoce más y se hacen más cosas pero ese saber y ese hacer afecta a la mayoría de las personas.
El hombre masa surge como una realidad como resultado de ese desnivel entre el progreso de la época y el de los hombres.
Las masas no se refieren solamente a las clases obreras, como lo interpreta el marxismo, como el grupo social protagonista del cambio social con el propósito de arrebatarle a las clases altas sus privilegios.
El problema es mucho más amplio, porque el concepto de masa no es cuantitativo sino cualitativo y además es una cualidad individual que tiene necesariamente una dimensión también social.
El hombre masa, para Ortega y Gasset, es el que no está al mismo nivel de si mismo, el que se encuentra a mitad de camino entre el ignorante y el sabio, que cree saber y no sabe, y el que no sabe lo que debería saber.
Para este filósofo, la época moderna es el enemigo más grande del hombre actual porque son tiempos de retórica y mucha confusión.
Es un tiempo de irreverencia por creer que es la cumbre de la civilización y por la convicción del determinismo histórico.
Pero la vida se caracteriza por siempre para adelante y nada puede detenerse ni seguir avanzando sin rumbo.
Los ideales tienen que estar supeditados a la realidad, a la circunstancia, y el siglo XX se caracteriza por la racionalidad más pura, algo que la mente ha creado en forma abstracta.
En el siglo XX se concreta una antigua aspiración social, la presencia pública y decisiva de la mayoría, cambio que no se realizó de un día para otro sino que fue lento, porque nada en la realidad se hace y se deshace en poco tiempo.
Cuando desaparece el poder espiritual, mantenido por las instituciones eclesiásticas, según Ortega tendría que surgir la culturalización de la sociedad con el fundamento de una ética que brinde un ideal moral para vivir.
Sin embargo, el siglo XX aprovechó la desaparición del poder espiritual para cambiarlo por el poder material, canalizando ese sentimiento hacia la política, y hay poca diferencia entre el fanático religioso y el fanático político.
Según Ortega y Gasset, el capitalismo del siglo XIX ha contribuido a arruinar y desmoralizar a la humanidad, y por esta razón surge el marxismo que asume esta realidad alienante, con una fórmula limitada, al proponer apoderarse de los medios de producción para mejorar los salarios y no para recuperar la dignidad del hombre.
La teoría de Marx tenía sentido pero no el marxismo, porque para Marx, el socialismo tiene el objetivo de auxiliar al capitalismo. El socialismo marxista es amigo íntimo del capitalismo porque los extremos se juntan y terminan siendo la misma cosa.
El capitalismo del siglo XIX ha producido una inmensa riqueza pero ha empobrecido la conciencia moral del hombre.
En lugar de la ética en la sociedad priman el interés y la utilidad, objetivos que no alcanzan para el mantenimiento del equilibrio social sin la posibilidad de generar un poder espiritual.
El día que para la gente hacer dinero no sea más la preocupación central de su vida tendrá la humanidad la oportunidad de ver surgir a una nueva categoría de hombre más sabio y alcanzar su propia altura.