El Fin del Nacionalismo y la globalización
Es un proceso sin discusión, la globalización
No solamente estamos presenciando el fin de la historia sino que también es el fin del nacionalismo.
La historia parece no avanzar, porque tristemente se repite, de modo que ya no es un referente válido para el hombre. La historia no es lineal, porque avanza y retrocede, se caen muros en un lugar y se vuelven a levantar en otro lado, las guerras siempre son las mismas, el hombre no aprende de los errores del pasado y tiende a reiterarlos.
Las migraciones masivas mezclan culturas y tradiciones y las identidades nacionales se van diluyendo con la diversidad étnica.
Esta realidad, lejos de ser algo nocivo para la humanidad debería ser la posibilidad de enriquecerse con lo mejor de cada uno, sin embargo, el rechazo provoca el aislamiento y la discriminación.
La exclusión hace que lo que muchos que son rechazados no se atreverían hacer en sus propios países sean capaces de hacerlo en otro lado, porque la necesidad y el anonimato, los anima a actuar diferente.
Toda la humanidad corresponde a la especie homo sapiens, y ningún atributo cultural, físico o de otra índole modifica esta condición. Sin embargo, inútilmente se siguen construyendo barreras de todo tipo en el mundo para mantener la diversidad; es el miedo a lo desconocido y el fin de la ética.
La integración social no se opone a la diversidad cultural, porque es un hecho real que cada etnia voluntariamente continúa con sus tradiciones independientemente del lugar en que viva.
Lo que atenta contra la diversidad cultural es la exclusión, cuando a los que emigran no se les permite en el país elegido desarrollarse y crecer.
Las culturas no son inmutables como entelequias, cambian en función a las nuevas necesidades de la gente.
Nunca se puede saber con exactitud dónde nació una tradición o una costumbre, los pueblos se independizan y conservan las costumbres de sus invasores y ellos a su vez adquieren las de sus dominados.
El nacionalismo describe una realidad que no existe y revela la secreta intención de la discriminación racial.
La identidad de un pueblo no se reduce a la uniformidad, como pretenden algunos países que se empeñan en continuar con tradiciones perimidas; puede ser una forma de ser que se adapte a los cambios en un devenir dinámico que la enriquezca.
Con la inmigración es más lo que se gana que lo que se pierde, se gana la oportunidad de convivir con otras culturas y conocer otras formas de ver el mundo; se logra la oportunidad de mejorar costumbres y modos de vida y es la mejor manera de ampliar la perspectiva.
Aunque no existieran los procesos migratorios los avances tecnológicos en el área de la comunicación nos acercan al resto del mundo y nos obliga a experimentar una interacción cultural mutua.
El deporte es otra área que reúne multitudes en eventos internacionales que pueden ser presenciados por todos los habitantes del planeta en forma simultánea, brindando la oportunidad de conocer lugares ignorados y costumbres distintas.
El comercio internacional permite el intercambio de productos regionales que se van incorporando a la vida diaria y a la alimentación habitual de la gente de todos los países.
La televisión es una ventana al mundo y los programas se emiten en todos los países en forma recíproca dobladas en los idiomas de cada país, como otro modo de difundir la cultura.
La globalización no es cómoda por ahora, pero es inevitable. Como todo cambio produce escozores y resistencias pero no se puede volver atrás, es un proceso sin retorno.