Filosofía

Así habló Zaratustra

Publicado por Ruben Avila

transformaciones NietzscheCon toda probabilidad la obra cumbre de Friederich Nietzsche es Así habló Zaratustra. En esta obra queda condensado buena parte del pensamiento del filósofo alemán, incluso sus contradicciones. Es un libro denso donde Nietzsche despliega toda su capacidad retórica y de creación de metáforas, faceta en la que destaca por encima de la mayoría. Así, a lo largo de las aproximadamente 200 páginas (según la edición) vamos descubriendo entre la maraña, como si fuéramos remedos de Livingstone frente a las cascadas del Zambeze (que el inglés rebautizó como cataratas Victoria), las perlas que Nietzsche nos está ofreciendo.

Una de las más preciosas que nos podemos encontrar en Así habló Zaratustra es su teoría de las tres transformaciones del espíritu (las cuales es mejor no considerarlas de manera literal):

1. El Camello

El espíritu fuerte demanda cosas pesadas, para cargar con ellas. ¿Qué es pesado? – pregunta- ¿humillarse para acabar con la soberbia? ¿Apartarse cuando se ha logrado la victoria? ¿Sumergirse en las aguas sucias de la verdad? ¿Amar a los que nos desprecian? Así, como el camello, el espíritu de carga corre a su desierto con todo lo más pesado que encuentra en su camino. Pero en su retiro, en su desierto, ocurre la segunda transformación. De camello se convierte en león.

2. El León

Convertido en león el espíritu trata de conquistar su propia libertad, al igual que el rey de la selva, trata de convertirse también en rey de su desierto, aquél al que se ha apartado, y en el que buscará a su último señor, a su dios, para luchar contra él y vencer. Su némesis, representada por el «tú debes» debe ser doblegada por el «yo quiero» que ruge el león. Frente a todos los valores existentes, el gran felino busca otros nuevos, y aunque en esta segunda transformación el espíritu todavía no es capaz de crear valores, sí que puede buscarlos, zafándose de toda la historia que tiene a sus espaldas, arrojar la carga del camello.

En el pasado el espíritu amó el «tú debes». Ahora, debe creerse capaz de crear nuevos valores, que para él es como robar. Es para llevar a cabo este latrocinio que se precisa el león.

3. El niño

La última transformación convierte al león en niño, pero, se pregunta Nietzsche convertido en Zaratustra, ¿qué podrá hacer éste que no pudo hacer aquél? ¿De qué puede ser capaz el niño? La respuesta es sencilla: de olvidar. La inocencia de nuevo comienzo es lo que el niño representa, y es precisamente lo que requiere el espíritu para crear, para mover la rueda que concluya «con un santo decir sí». Ahora, finalmente, el espíritu ha conquistado su voluntad, su mundo.

Estas son las tres transformaciones del espíritu de las que nos habla Zaratustra cuando residía en la ciudad de Kalmasadalmyra (visitada por Buda en sus peregrinaciones y que literalmente podemos traducir como «La vaca multicolor»).

Como toda la obra de Nietzsche según la interpretación que demos a sus escritos podremos sacar conclusiones diversas e incluso contradictorias entre sí. Así que dejamos al albur del lector el análisis de las líneas anteriores.

Imagen: peumo.ugm.cl