Ciudadanos responsables
Últimamente existen muchas voces, y desde diverso ámbito, que aseguran que el estado del bienestar ya es insostenible. Se supone que ya dio todo lo que tenía que dar, que su tiempo paso, que fue una herramienta muy útil, que tras la Segunda Guerra Mundial se necesitaban Estados fuertes para reflotar la maltrecha Europa, por una parte, y para frenar el avance del comunismo, por otra. No son pocos los que creen que fue una concesión de las élites a los trabajadores de la Europa occidental para que no cayeran en manos ideológicas de los comunistas. En cualquier caso, y sea como sea, aseguran, eso ya se acabó.
En realidad, aunque estas voces se escuchan ahora con más fuerza no se puede decir que sean nuevas. Si recordamos, y miramos unos años atrás, a los gobiernos de Tony Blair, en Inglaterra, y Bill Clinton, en Estados Unidos, nos encontraremos con algo llamado como “la tercera vía”, que no es otra cosa que una reformulación de la socialdemocracia y, en definitiva, del Estado del Bienestar, que es su creación más reconocible.
La tercera vía proponía, básicamente, la necesidad de rebajar el clientelismo ciudadano, que los gobiernos supuestamente crean a través de las ayudas y subvenciones, para fomentar la responsabilidad. Los ciudadanos tenían que ser conscientes de que papá Estado no iba a estar ahí para ellos, que tenían que tomar las riendas de sus propias vidas. Y, este discurso, esta propuesta de cambio, se fundamentaba como defensa contra el neoliberalismo. Algo así como pegarse un tiro uno mismo para que no lo haga nuestro enemigo.
Y este discurso, precisamente, lo hemos podido escuchar recientemente en boca del rey de Holanda, que también ha hablado de que el Estado del Bienestar es un lastre, que hay que cambiarlo, que está agotado, y de que los holandeses quieren tomar las riendas de sus vidas.
Claro, hablar de responsabilidad es sumamente peligroso, si no sabemos muy bien lo que queremos decir. Porque, claro, parece que de fondo fluye un discurso que plantea que lo que nos sucede es culpa nuestra, o gracias a nosotros, pero que, en cualquier caso, depende sólo y en exclusiva de nosotros.
Pero nosotros sabemos que eso es mentira. Dependerá del entorno familiar, escolar, social, etc.; de los sucesos que nos ocurran y cómo los afrontemos; y de nuestra carga genética. ¿Acaso es responsable una persona por ser genéticamente menos dotada que otra para formar parte del mercado laboral? ¿Qué demonios se quiere decir cuando se habla de responsabilidad? De tanto ser repetida es una de esas palabras que ya no parecen significar nada. O sí, que cuando se enarbola simplemente se quiere decir que hay que gastar menos dinero.
¿Acaso cuando se asegura que los ciudadanos deben ser responsables de sus actos se quiere decir que si caen enfermos, o tienen un accidente o están mal formados, o su condición física o intelectual no es la óptima para ser productivos deben apechugar con ello? Bien, puede ser que se quiera decir eso, pero, entonces, que no hablen de responsabilidad, ¿no?
Imagen: oblatos.com