La Felicidad Interior
El silencio es la mayor riqueza para un ser humano, sin embargo ha sido olvidado, porque el hombre se encuentra sumergido en un mundo de máquinas y aparatos, tratando de ganarle al tiempo y adelantándose a los acontecimientos.
Esa fuente de felicidad se podría recuperar, si el hombre lograra centrarse en su ser interior y desde ese centro conectarse con la naturaleza y con los demás, sin importar la edad que tenga.
La mujer es el pilar de la familia en los momentos de crisis. Es la que es capaz de hacer el trabajo que antes hacían los hombres y al mismo tiempo no perder de vista a su hogar y a su familia.
A veces, el resultado de esta multiplicación de tareas es tener una vida acelerada que puede provocar dudas sobre el sentido de la vida y también depresión.
El sentido de la vida se pierde cuando se interrumpe el contacto con la fuerza interior, porque sólo se puede vivir plenamente una vida llena de significado desde el corazón.
En esta vida llena de distracciones externas, es necesario encontrar espacio y tiempo lejos del ruido cotidiano, para poder estar en silencio con uno mismo y poder ver más claro.
Una excelente manera de comenzar a conectarse con la verdadera vida es tomando conciencia de nuestra respiración; inhalando y exhalando para poder darnos cuenta de qué es lo que nos ofrece el hecho de estar vivos, de que la vida es un constante fluir, que nos da pero también nos quita y que vivir no depende solo de nosotros, seres destinados a ocupar una interioridad irrepetible.
La respiración y el silencio son herramientas que están al alcance de cualquiera y que dan el poder de conectarse con el ser interno, del que la gran mayoría está lejos.
La felicidad no se puede buscar, sólo aparece en forma indirecta, cuando nos olvidamos de nosotros mismos.
La felicidad es posible aunque seamos seres finitos, cuando nos damos cuenta que la muerte no es una tragedia que nos viene desde afuera sino que es parte de una vida que hemos tenido oportunidad de vivir.
Los indígenas, que suelen ser considerados inferiores por el hombre blanco, conservan esta sabiduría y una sólida conexión con lo simple y esencial, la tierra, la naturaleza y su grupo y la exteriorizan respetando sus tradiciones y sus rituales.
La verdadera juventud está en el corazón, en las ganas de vivir y de aprender, actitud que hay que comenzar a practicar desde que uno es joven.
Estar con los otros es aprender a entender la diversidad que puede ser para nosotros fuente de sabiduría y asombro.
Una forma de recuperar al ser humano interno es aprendiendo a vivir una vida más simple, sin depender tanto de las máquinas, porque el hombre tiene en si mismo todo lo que necesita para reconocer el sentido de la existencia que perdemos cuando nos volvemos egocéntricos.
La clave para salir de la encrucijada del ensimismamiento es conectarse con la necesidad del otro.
Es notable cómo salen adelante los pobres a pesar de lo poco que tienen, principalmente las mujeres que son las que tienen una capacidad admirable para resistir los avatares de la existencia.
También es común ver qué pocos recursos pueden tener los que lo tienen todo.
La pobreza agudiza el ingenio, porque no es en la ociosidad donde surge la creatividad sino en la necesidad.
La mujer que se jubila, en general sigue aprendiendo cosas y teniendo múltiples intereses sociales en qué ocupar su tiempo, en cambio los hombres suelen sufrir una crisis existencial cuando dejan de trabajar.
El varón suele monopolizar su vida con actividades productivas, porque se puede sentir valorado y reconocido por su trabajo.
Pero una vez que finaliza su ciclo laboral, puede costarle mucho encontrar nuevos intereses si no los ha cultivado desde joven.
Las mujeres se comunican más que los hombres y disfrutan más de las relaciones afectivas y la felicidad verdadera es tener capacidad de amor, que viene desde adentro no desde afuera.
Fuente: Dolores Aleixandre, teóloga española, profesora de Sagrada Escritura en la Universidad de Comillas, Madrid; participante del primer Congreso de Acompañantes Espirituales en Argentina.