La Edad Interior
La edad cronológica sólo es un obstáculo para desarrollarse y ser feliz cuando uno se siente viejo; porque el ser interior no tiene edad, es siempre igual a si mismo y siempre desea vivir y crecer.
En cambio el ego, que vive pendiente de la apariencia física y que es sensible a la crítica, sólo desea ser como los demás.
Por eso hay viejos que son jóvenes y jóvenes que son viejos.
La frescura de la juventud sobrevive con lo nuevo y se mantiene con la acción, porque la vida es movimiento.
Comenzamos a envejecer cuando creemos que ya hemos hecho todo, porque confundimos hacer con ser y cuando desconfiamos de nuestros propios proyectos, porque nos acobardan los procesos y nos aferramos a los resultados.
No se puede evitar que los años pasen pero se puede impedir que influyan en la personalidad y en los planes.
Si existen limitaciones físicas, el cerebro las compensa con creatividad y sólo se requiere tener confianza en uno mismo.
Internamente todos se sienten más jóvenes, pero se deprimen cuando se miran al espejo o cuando los demás se encargan de recordarles la edad que tienen; porque por dentro todos sentimos que somos los mismos. Parecer joven no es igual que sentirse joven, porque sólo el que se siente joven es capaz de empezar de nuevo cualquiera sea su edad.
La convicción interior de juventud eterna se refleja en un cuerpo sano y joven, digno de ella. Son esas personas que todos conocemos que parecen no tener edad porque se sienten jóvenes.
No se trata de adoptar una conducta adolescente ni de no ser responsable, al contrario, consiste en madurar y ser plenamente consciente.
La edad del ego es cronológica y la edad interior es psicológica; y la persona que quiere vivir, abierta al cambio, que tiene proyectos y el deseo de cumplirlos, madura pero no envejece.
El ego hace enormes esfuerzos para agradar y ser aceptado y el ser interior solo necesita ser él mismo para ser amado.
El rostro puede reflejar la edad cronológica del ego o la verdadera edad del alma.
Las decisiones cotidianas muestran la madurez mental. Si se basan en lo que hacen o dicen los demás estará contaminada con toxinas emocionales que aportarán edad a los años, enquistándose los viejos conflictos en las articulaciones y si eligen ser auténticas agregarán vida a los años.
La juventud no tiene edad porque es un estado psicológico.
Es joven todavía el que es capaz de cambiar y no necesita apegos para vivir, porque la vida es independencia y cambio.
Cuando una persona es fiel a si misma, no tiene necesidad de dar explicaciones, porque si actúa con convicción, logra convencer a todos.
Se pueden destruir egos pero no se puede hacer nada contra el si mismo que es único, y parecerse a los demás es contrario a la verdadera esencia humana.
El verdadero criterio de madurez está en nuestra interioridad que es la que nos distingue, que no necesita ser promocionada porque somos el que somos, la actitud que fundamenta todas nuestras acciones.