La Metafísica de Kant – Segunda Parte
La razón tiene la aspiración de alcanzar lo incondicionado, porque pasa de una condición a otra en esa búsqueda inalcanzable hasta que llega a una síntesis y encuentra al alma el universo y Dios como unidades absolutas incondicionadas de toda esa serie total de condiciones.
El alma no puede ser objeto de conocimiento porque no es un fenómeno que se de en la experiencia; tenemos vivencias de objetos y al mismo tiempo de nosotros mismos, pero no tenemos vivencias del alma.
Si el alma está fuera del tiempo y el espacio no la podemos conocer, porque éstas son las condiciones del conocimiento de los fenómenos.
Este es el primer problema de la metafísica y el segundo problema es el del universo.
En este sentido, Kant encuentra que del universo se predican afirmaciones que pueden ser contradictorias pero igualmente demostrables que denomina antinomias.
Descubre cuatro antinomias: la tesis que afirma que el universo tiene un comienzo en el tiempo y que está limitado en el espacio y la antítesis que dice que el universo es infinito tanto en el tiempo como en el espacio. Ambos supuestos se pueden demostrar.
El universo tiene que tener un comienzo porque si no lo tuvo tampoco existiría el acontecer, ya que todo lo que existe tiene un principio y un fin; y no puede ser infinito en el espacio porque al ser algo en el espacio tiene que dejar de ser, una vez realizado y tener un límite.
Si el universo tuvo un principio en el tiempo y en el espacio, ¿qué había antes de que existiera?, porque de la nada, no sale nada y debería haber existido algo en el tiempo.
Pero si existió algo antes de lo que llamamos universo también ese algo debería estar incluido en él.
La segunda antinomia dice que el universo está compuesto de elementos simples que no se dividen, y la antítesis afirma lo contrario, que todo está compuesto de elementos infinitamente divisibles; tesis y antítesis que son igualmente demostrables.
La tesis supone por que si algo existe o tiene que desaparecer sin dejar ningún rastro o se compone de elementos atómicos indivisibles, en cambio la antítesis infiere que si algo real existe en el espacio, ocupando un lugar, tiene extensión y por ello es divisible, porque lo indivisible no posee extensión, no es una realidad sino un supuesto matemático.
En la tercera antinomia, la tesis dice que el universo tiene que tener una causa no causada y la antítesis que el universo no puede tener una causa no causada y ambas son demostrables.
En la cuarta, la tesis dice que ni en el universo ni fuera de él tiene que haber un ser necesario; en la antítesis por el contrario, se afirma que en el universo o fuera de él tiene que haber un ser necesario.
A la luz de la razón podemos emitir estas contradicciones que resultan verdaderas para la razón pura pero que se contradicen mutuamente.
Kant afirma que el error de las dos primeras antinomias está en haber tomado al tiempo y al espacio como cosas en si mismas, en lugar de tomarlas como formas que nuestra razón imprime a los fenómenos.
Considera falsas tanto a las dos primeras tesis como a las antítesis porque se parte de una proposición fuera de las condiciones del conocimiento.
En las dos últimas en cambio, tanto las tesis como las antítesis pueden ser válidas, porque las dos tesis cumplen las condiciones del conocimiento, pero las dos antítesis no, porque consideran las cosas en sí mismas.
O sea, que las tesis son válidas para el mundo de los fenómenos pero las antítesis son válidas en el mundo fuera de los fenómenos, o sea de las realidades que no se pueden conocer.
Fuente: “Lecciones preliminares de filosofía”, Manuel García Morente
Continúa tercera parte