Filosofía

El Lenguaje

Publicado por Malena

Los filósofos presocráticos proponen que el lenguaje es lo mismo que razón; que un ente que tiene lenguaje es un animal racional que al hablar puede reflejar el universo, y que el universo puede hablar de sí mismo a través del hombre. El lenguaje es equiparado a lo inteligible de la realidad y está estrechamente unido a ella.

Heráclito y Parménides coinciden en considerar el lenguaje como un aspecto de la realidad: la realidad hablante, y para muchos filósofos presocráticos es el lenguaje del Ser.

Los sofistas investigan el lenguaje desde la perspectiva gramatical, retórica y humana. Se ocupan de examinar en qué medida los nombres del lenguaje son o no convencionales y llegan a la conclusión muchos de ellos de que los nombres son convenciones que hacen los hombres para poder entenderse.

Platón vuelve a retomar la cuestión del lenguaje evaluando la posición de Heráclito que defiende la idea de que los nombres están naturalmente relacionados con las cosas y la de Demócrito o Protágoras de que los nombres son convencionales.

Para Platón, si los nombres lo son por naturaleza, significa:

1) Que cada nombre designa una cosa, no más pero no menos que ella.

2) Que si se modifica un nombre hace que sea otro nombre y designe otra cosa o nada.

3) Que tendría que haber tantos nombres como cosas y no es así.

4) Que un nombre falso es un sonido sin significado, sin embargo hay proposiciones falsas que lo tienen.

Si los nombres son convencionales significa:

1) Que se pueden cambiar a voluntad

2) Que cada nombre puede designar cualquier cosa.

3) Que hay un número infinito de nombres para cada cosa.

Estas son las ideas formuladas por Platón en el Cratilo, sobre las cuales todavía cabe discusión.

Aristóteles introduce, además de la relación del lenguaje con la realidad el concepto mental o lógico.

Los problemas del lenguaje se complejizan con la relación entre expresión lingüística y concepto formal, en cuanto expresados lingüísticamente y la realidad.

Esto provoca que los problemas del lenguaje no fueran solamente gramaticales sino también lógicos, que es lo que ocurre durante la Edad Media.

En la Edad Moderna comienza una filosofía del lenguaje. Los pensadores de esa época adoptan dos actitudes sobre el lenguaje. Una de confianza en el lenguaje y su poder lógico (los racionalistas) y otra de desconfianza (los empiristas).

Para los empiristas el lenguaje es un instrumento capital para el pensamiento, pero que hay que someter a crítica debido al abuso que se hace de él.

La filosofía del lenguaje alcanza su mayor desarrollo durante el siglo XX, llegando a considerar el análisis del lenguaje como el objetivo principal de la filosofía.

Las orientaciones analíticas como los neopositivistas se interesan en las cuestiones relacionadas con la estructura del lenguaje o de los lenguajes.

Wittgenstein piensa que el lenguaje es un impedimento para conseguir un lenguaje cuya estructura se corresponda con la realidad, pero luego abandona esta idea para investigar el lenguaje por otros caminos, hasta llegar a afirmar que lo primario en el lenguaje es el uso y no el significado y que para entenderlo hay que saber cómo funciona; y lo compara con un juego.

Para Heidegger, el lenguaje es una forma de manifestación de la inautenticidad del hombre. La autenticidad no está en el lenguaje sino en el llamado de la conciencia.

Es necesario un lenguaje que Sea y no el que aparenta Ser; y este no es ni el lenguaje científico ni el técnico, ni el descriptivo ni el explicativo ni el interpretativo, sino el “conmemorativo”, o sea el lenguaje como un “poetizar primario”, único modo en que puede efectuare la irrupción del Ser, el modo verbal del Ser.

Los pensadores contemporáneos estudian el valor simbólico del lenguaje, como Saussure, Levi Strauss, Freud, Lacan y otros.

Fuente: “Diccionario abreviado de filosofía”; José Ferrater Mora.