Las Creencias
Hay gente creyente, fiel a sus convicciones, que tiene una fe genuina en una doctrina religiosa, que está dispuesta a compartir sus rituales y su modo de ver el mundo; y otros que afirman no creer en algo más allá de la materia.
Pero también hay una franja intermedia de personas que tienen una cosmovisión personal, que no difiere tanto de las creencias de las cosmovisiones tradicionales, pero que no participan de institución alguna, viviendo esa experiencia religiosa en forma íntima y directa sin necesidad de practicar rituales convencionales, pero que pueden orar y meditar solos, con el mismo propósito de establecer contacto con Dios o con su propia esencia.
La ciencia, a partir de los adelantos científicos, se ve obligada a incursionar en un terreno que trasciende lo físico y penetrar en el campo de la realidad subatómica, que deja de pertenecer al mundo visible y se convierte en algo inmaterial, formando parte de un campo de probabilidades, desde donde las partículas aparecen y desaparecen según son observadas y pueden estar en distinto lugar al mismo tiempo.
Todos estos fenómenos, que antiguamente podían pertenecer al campo de la metafísica, ahora pertenecen al campo de la ciencia.
Así, surgen nuevos movimientos científicos-filosóficos que proponen una cosmovisión basada en los descubrimientos de la ciencia y en la posibilidad de llegar a conocer esta realidad, donde el azar parece no tener lugar y tratando de descubrir cómo surgió el Universo, si es eterno o si comenzó en algún momento, si es infinito o si tiene límites, quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Algunas de estas formas de pensar y creer, proponen la existencia de una inteligencia en todas las cosas, superior a la del hombre pero de la misma naturaleza capaz de pensar racionalmente como para crear este Universo y mantenerlo. La inteligencia, por lo tanto, no sería una cualidad estrictamente humana sino lo que caracteriza a todas las cosas y a todo el universo del cual participamos.
Algunas de estas posturas sostienen que la Tierra, los planetas y las estrellas son seres vivos porque a nivel subatómico tienen movimiento, sufren modificaciones, tienen mecanismos de defensa y los mismos propósitos evolutivos. Todo tiene vida y evoluciona y no existe la no-vida o la muerte, sólo existe la transformación y la eternidad de la conciencia.
Según estas propuestas, el pensamiento es lo que produce los fenómenos, porque de acuerdo con la teoría cuántica la atención transforma la realidad virtual en material.
Todo lo que pensamos se puede convertir en hechos reales, porque todos los acontecimientos y las cosas posibles se encuentran en un campo potencial y se materializan según nuestras intenciones.
Algunos creen que el Universo es mental y que la realidad es sólo una ilusión, un producto de la mente; y que basta pensar lo que deseamos para obtenerlo, tal como pensaban los antiguos filósofos orientales hace miles de años.
El hombre de esa época pudo intuir lo mismo, que lo que está descubriendo ahora la ciencia.
Estas nuevas cosmovisiones se identifican en gran parte con las doctrinas de las religiones orientales, y también creen en la reencarnación de la conciencia en otra vida de superior nivel evolutivo, para los que han sido éticos, y a un nivel inferior menos evolucionado si merecen retroceder; y estas sucesivas reencarnaciones tienen el propósito de alcanzar la perfección para poder unirse al Todo.