Creencias
Esta mañana revisaba nuestro magnífico blog cuando me encontré un artículo, escrito por la autora que antes escribía en esta sección, titulado «Las creencias». En este artículo se habla acerca de las creencias religiosas, es decir, de un tipo específico de creencia. Sin embargo, resulta que cuando en filosofía hablamos de creencias, lo hacemos en un sentido bastante más genérico, en el que estas se estudian en tanto que son creencias y no en función de su contenido particular. Desde este punto de vista, es menester que dediquemos un artículo a las creencias en tanto que son un objeto de estudio central para epistemólogos, filósofos de la mente y del lenguaje y metafísicos (todos estos son tipos de filósofos).
¿Qué son las creencias?
El universo de los estados mentales es una comunidad diversa, de la cual las creencias forman parte, junto a deseos, sueños y dolores de cabeza, entre otros. Para distinguir la creencia de la sensación de dolor, aparte de la misma sensación, podemos observar si tiene como contenido una proposición u otra cosa, como la rojez (ver que algo es rojo es también un estado mental). Por ejemplo,
(1) la perra está sobre el cojín
(1) es un enunciado y, en la medida en que podemos decir si es verdadero o falso, expresa una proposición. Entonces, diremos que una creencia es un estado mental cuyo contenido puede ser el contenido de (1) mismo o algo que se le parezca, es decir, que puede ser expresado mediante una oración declarativa. Asimismo, podemos observar que los enunciados como (1), a diferencia de los orgasmos, la rojez que veo en los tomates y otros estados mentales, pueden ir precedidos de un verbo que expresa una actitud del portador del estado mental en cuestión hacia el contenido del mismo. ¡Vaya giro!, ¿eh?
Las cosas que tienen contenidos mentales pueden tener una actitud hacia estos contenidos. Cuando tales contenidos son proposiciones, hablamos de actitud proposicional. La creencia es una actitud proposicional (como el conocimiento o el deseo). Así que el estado mental al que llamamos creencia no es más que una determinada actitud hacia una proposición de la cosa que tiene dicho estado mental (que puede ser un humano, una lavadora del futuro o un ser del planeta Gondolín, todavía desconocido para nosotros).
¿Y cómo distinguimos las actitudes proposicionales, más específicamente, las creencias, de lo que siento al tocar el hielo, por ejemplo? Las actitudes proposicionales se expresan mediante verbos transitivos cuyo complemento directo es una proposición precedida por la conjunción «que». Por ejemplo,
(2) creo que va a llover
o
(3) deseo que la Luna se convierta en una tarta de chocolate
o
(4) presiento que pronto dejaré de ser pobre
(2)-(4) expresan actitudes proposicionales y, más precisamente, (2) es una creencia: una determinada actitud de una cosa que tiene estados mentales hacia la proposición que puede expresarse mediante las palabras «va a llover».
Acciones y creencias
Las creencias guían las acciones humanas. En otras palabras, si creo que va a llover, cogeré el paraguas al salir de casa o decidiré no salir, quitaré la tapa del desagüe del patio, etc. Si creo que en una factura me están cobrando de más por un producto o un servicio, puedo discutir con quien me proveyó dicho servicio o interponer una denuncia. Nuestras creencias están íntimamente vinculadas a nuestras acciones, estas presuponen y dan sentido a aquellas, tanto que en muchas ocasiones, estas últimas expresan las primeras. Por ejemplo, si veo a mi vecino salir de casa con un paraguas en un día nublado, pensaré que cree que va a llover.
Inferencias y creencias
Inferir es deducir, es decir, extraer conclusiones a partir de proposiciones o acciones. Cuando veo a mi vecino salir de casa con el paraguas, infiero que cree que va a llover. Acciones aparte, las creencias desempeñan un rol inferencial, esto es, a partir de ellas extraemos determinadas conclusiones. Así, si creo que una determinada piedra tiene pulmones vivos, puedo inferir que esa piedra podría respirar.