Filosofía
Inicio Teoría del conocimiento Creencias falsas

Creencias falsas

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Todos tenemos creencias falsas y negarlo es, como dijo Raymond Smullyand, ser fatuos. Ahora bien, el hecho de que tengamos creencias falsas es bastante interesante desde diversos puntos de vista, razón por la cual merecen que les dediquemos algunas palabras en este blog. De este modo, hablaremos en lo que sigue sobre los modos en los que adquirimos creencias falsas y de las consecuencias que esto conlleva, en nuestro pensamiento y en nuestra vida práctica. Como veremos, no se trata tanto del contenido de las creencias como de nuestra actitud hacia ellas.

creencias falsas

1. Adquisición de creencias falsas

Cada día adquirimos nuevas creencias, algunas verdaderas, la mayoría, con toda seguridad, falsas. Ahora bien, no todas las creencias nos vienen por los mismos cauces. En ocasiones, las adquirimos a partir del testimonio de otros, otras veces son producto de procesos inferenciales que nos llevan a extraer nuevas creencias a partir de creencias previas, hay veces en las que, simplemente, nos inventamos explicaciones para completar información que tenemos coja y también las adquirimos, por supuesto, a partir de la observación. En general, los modos de adquirir creencias son diversos, lo cual en nada varía las consecuencias de estas creencias en nuestro pensamiento y en nuestra vida.

2. Nuestra actitud hacia las creencias

Dada una creencia y el sujeto que tiene esa creencia, puede ocurrir lo siguiente:

(1) que la creencia sea falsa y el sujeto la dé por verdadera o

(2) que la creencia sea verdadera y el sujeto la dé por verdadera… quizás porque conoce su contenido.

Por otra parte, dada otra creencia y ese mismo sujeto, que no la posee, pero la conoce, puede ocurrir los siguiente:

(3) que la creencia sea falsa y el sujeto la dé por falsa… quizás porque conoce su contenido o

(4) que la creencia sea verdadera y el sujeto la dé por falsa.

En primer lugar, el «pero la conoce» de más arriba es necesario indicarlo respecto de las creencias que alguien no posee, ya que un sujeto puede no poseer una creencia porque la da por falsa o porque la ignora. En el segundo caso, obviamente, no desempeña ningún papel en su pensamiento.

Los casos (2) y (3) no nos interesan. Son casos típicos en los que el sujeto está en lo cierto. Los casos (1) y (4) sí que son de interés. Son casos en los que el sujeto está equivocado, bien porque da por verdadero lo falso (1), bien porque da por falso lo verdadero (4). Ahora bien, dado que el conocimiento del contenido de una creencia no es determinante para que un sujeto tenga una actitud hacia ella (la dé por falsa o verdadera), se sigue que lo determinante aquí es la actitud del sujeto hacia cada creencia particular, salvo en los casos de creencias acertadas sobre la base del conocimiento que tiene el sujeto de su contenido.

3. Creencias falsas, pensamiento y vida práctica

Dado que nuestras creencias, verdaderas y falsas, desempeñan roles inferenciales a partir de los cuales adquirimos nuevas creencias, nuestras creencias falsas generarán nuevas creencias falsas o justificarán falsamente creencias verdaderas. Esto significa no solo que nuestro sistema de creencias es inconsistente, como se ha dicho en la primera línea de esta entrada, sino también que esta inconsistencia tiende arraigarse y a perpetuarse. En efecto, renunciar a una creencia de la que dependen otras muchas creencias es complicado, además, aunque identifiquemos o descubramos que cierta creencia era falsa, nos será complicado identificar todas las creencias falsas que hayamos podido extraer de ella.

Respecto de las consecuencias en nuestra vida práctica, estas pueden ser muchas y variadas, aunque merece la pena destacar las más paradójicas. Poseer creencias falsas nos puede llevar, por un lado, a ser veraces cuando tenemos la intención de ser falaces y, viceversa, a ser falaces cuando tenemos la intención de ser veraces. En efecto, cuando mentimos tenemos la intención de decir algo falso, ahora bien, en los casos como (1), dado que el sujeto da por verdadero lo falso, cuando para esa creencia en cuestión quiera ser falaz, expresará lo contrario de lo que cree, es decir, mentirá y, por tanto, dirá lo verdadero… aunque él crea que es lo falso. Ahora bien, en los casos como (4), dado que el sujeto da por falso lo verdadero, ocurrirá que con tal creencia en cuestión, cuando quiera ser veraz, será falaz… aunque él no lo sepa. Querrá comunicar lo verdadero, aunque en realidad esté difundiendo falsedades.