Filosofía

Observación

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

En filosofía se han escrito ríos de tinta sobre el concepto de observación, el cual ha sido de especial interés para los filósofos empiristas. La observación está entre las bases del conocimiento y desde la antigüedad ha sido un concepto que ha llamado la atención de los filósofos, desde Aristóteles al Círculo de Viena, pasando por Guillermo de Occam y Francis Bacon. En filosofía de la ciencia, hay innumerables estudios sobre esta noción.

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¿Qué es lo que observamos?

La observación es observación de datos o fenómenos y, en función de cómo entendamos los conceptos de «dato» y «fenómeno» entenderemos esto de una manera u otra. En efecto, hay filósofos para los que la observación es observación de cualidades sensibles. Por ejemplo, si veo un árbol puedo observar el color verde de sus hojas. Para otros autores, la observación es observación de hechos. Por ejemplo, observamos que el agua y el aceite no se mezclan.

Observación pasiva y experimentación

Uno de los grandes pasos de la historia moderna fue el experimento. Hasta la Edad Moderna, quienes estudiaban cualquier fenómeno natural, se tenían que conformar con observar cómo se producía en la naturaleza. Una vez que se concibió la idea de hacer experimentos, la observación se volvió controlada (es la observación científica). Tal y como señaló John Stuart Mill, el experimento tenía innumerables ventajas con respecto a la observación pasiva.

En primer lugar, con la observación controlada, podemos conseguir las variaciones de las circunstancias que nos permiten llegar a leyes generales y, en segundo lugar, nos permite producir artificialmente los fenómenos que queremos estudiar.

Observación e inferencia

No todo lo que decimos haber observado ha sido tal. En efecto, hay que distinguir entre lo observado y las inferencias que hacemos a partir de ello. Sobre esto hay mucha confusión debido, precisamente, a que no siempre distinguimos tales cosas. Es más, dado que expresamos lo que hemos observado mediante descripciones de ello, hay que ser especialmente cuidadosos, ya que el contenido de las descripciones es más amplio que lo observado. El no hacer tales distinciones nos puede llevar a «falacias de observación», las cuales se deben a una conclusión extraída a partir de una observación incompleta.

Por ejemplo, si una mujer con la barriga abultada me pide la hora, podría decir que una mujer embarazada me pidió la hora. Sin embargo, podría ser que la señora que me pidió la hora no tuviera la barriga abultada porque estuviera embarazada, sino porque estuviera fingiendo estarlo y se hubiera puesto un cojín debajo de la ropa o, tal vez, tenía algún problema de salud.

Observación directa e indirecta

Una distinción habitual ha sido la realizada entre observación directa o indirecta. Esta hace referencia a fenómenos directamente observables y fenómenos que solo podemos observar de forma indirecta, esto es, mediante inferencia. Por ejemplo, si pongo mi mano en una llama, observo directamente que el fuego quema. Por otro lado, cuando veo en el cielo un rastro de humo, observo mediante una inferencia (de forma indirecta) que por allí ha pasado un avión.

No obstante, las cosas no son tan sencillas, sobre todo por lo que respecta a la noción de «observación directa» y su relación con las entidades teóricas. En muchos casos la observación requiere de instrumental, como por ejemplo, microscopios. Por el mero hecho de utilizar microscopios no podemos hablar de observación indirecta. Más bien se trata de observación directa asistida con instrumental.

Por su parte, las entidades teóricas son entidades que se postulan en las teorías y cuya existencia se asume. Estas se infieren a partir de lo que observamos en la realidad. Por ejemplo, a partir del comportamiento de los átomos se han inferido los electrones, que son un ejemplo de entidades teóricas. Las entidades teóricas se definen por ser inobservables. Ahora bien, dado que a medio y largo plazo todo dependerá del instrumental que utilicemos, resulta que las entidades teóricas son, en realidad, observables.