¿Qué es una teoría empírica?
En Filosofía de la ciencia se estudian las teorías científicas desde dos perspectivas: sincrónica y diacrónica. Desde el punto de vista diacrónioco se estudian las teorías como entidades que existen en la historia, es decir, que nacen en determinado momento de la historia, se desarrollan y desaparecen, al igual que ocurre con las naciones, los sistemas jurídicos, las lenguas, las filosofías, las religiones, etc. Por su parte, desde un punto de vista sincrónico se estudian las teorías «congelándolas» en un determinado momento de su desarrollo histórico, es decir, se estudian la estructura, los conceptos, sus relaciones con otras teorías, etc. de una teoría dada abstraída del tiempo histórico. Hecha esta distinción, vamos a tratar de responder a la pregunta acerca de qué es una teoría empírica desde una perspectiva sincrónica.
Desde un punto de vista sincrónico, las teorías empíricas son entidades muy dúctiles que puede evolucionar en el tiempo siendo influenciables por el contexto histórico. A pesar de su ductilidad, la evolución de las teorías no afecta a su identidad, de tal modo que estas tienen un núcleo esencial. En este sentido, podemos decir que las teorías son entidades complejas. Las teorías empíricas nos permiten hacer afirmaciones empíricas que pueden ser verdaderas o falsas.
Componentes formales de las teorías empíricas
Toda teoría empírica cuenta con componentes formales. Tienen como mínimo leyes o hipótesis. Estas se expresan en forma de enunciados, como por ejemplo la ley de la gravitación universal. Las leyes y las hipótesis de las teorías no se aplican a todo el universo, sino al objeto de estudio de la teoría. Este está constituido por los modelos de la teoría, los cuales definen su identidad invariable en el tiempo. Los modelos constituyen un conjunto que es el núcleo esencial de la teoría misma. Estos son representaciones de los trozos de realidad de los que la teoría quiere dar cuenta mediante sus leyes e hipótesis.
Componentes aplicativos de las teorías empíricas
Hemos dicho en el epígrafe precedente que las teorías empíricas se definen por sus modelos y que estos representan trozos de la realidad de los que la teoría pretende dar cuenta a través de sus leyes. Ahora bien, en la realidad deben existir modelos reales, es decir, sistemas de los que las teorías den, de hecho, cuenta. De este modo, además de los modelos, las teorías cuentan con un conjunto de «trozos de la realidad», de sistemas físicos específicos, de los que se supone que, de hecho, dan cuenta. Estos reciben el nombre de aplicaciones intencionales o modelos pretendidos. Por ejemplo, en el caso de la mecánica newtoniana, el sistema constituido por el Sol y el resto de los planetas girando a su alrededor es uno de sus modelos pretendidos.
La red teórica
Las teorías empíricas en particular y las teorías científicas en general son, como hemos dicho al principio, entidades complejas. Estas cuentan con distintos niveles de especificidad en cada uno de los cuales se pueden observar, desde un punto de vista sincrónico, los componentes formal y aplicativo de las teorías. Para dar cuenta de esta complejidad se introduce el concepto de red teórica. La red teórica representa la naturaleza compleja de las teorías. Por un lado, la parte invariable de la teoría, su identidad, el núcleo de la red teórica; por el otro, hay partes accidentales, las que varían a lo largo del tiempo.