Vivir Sin Dinero
¿Se puede vivir sin dinero en una sociedad de consumo?
Una maestra de escuela y psicoterapeuta alemana, está en condiciones de contestar esta pregunta afirmativamente porque hace 16 años que vive sin dinero.
Este no es el único caso en el mundo, hay otros, incluso familias enteras que se atrevieron a hacer lo mismo, sin embargo, el hecho de que se trate de una mujer sola con una profesión, un trabajo y con un departamento para vivir, esta decisión resulta sorprendente.
A los 54 años, Heidemarie Schwermer, harta de su trabajo y preocupada por la gran cantidad de personas que no tienen dónde vivir; decidió probarse a sí misma si es posible en este mundo vivir dignamente sin dinero ni la posibilidad de un techo propio.
Para ella fue una liberación desprenderse de todas sus posesiones para emprender la aventura más grandiosa de su existencia, que la obligaría a vivir el presente día a día sin saber lo que podría ocurrir al día siguiente.
La excitación de la aventura le produce gran curiosidad pero no miedo de las experiencias que le pueden tocar vivir con la sola ayuda de la providencia, si es que existe, y con su disposición a vivir en cualquier parte del mundo.
Al principio ofrecía servicios de limpieza y ayuda profesional para resolver problemas a quien la necesitara, a cambio de casa y comida; pero luego no quiso que se tratara de un intercambio de bienes sino de compartir experiencias.
Ella brinda lo que tiene y a su vez los otros le dan lo que ella necesita para cubrir sus necesidades básicas y mientras tanto se conocen con el deseo de compartir sus vidas.
Sus anfitriones proporcionan la ropa que necesita, gastos de transporte, alimentos y hospedaje y ella comparte con ellos su ayuda espiritual.
Su presencia es bienvenida para las personas que viven en soledad y para los que tienen problemas de todo tipo y su tarea es escucharlos y ayudarlos a orientarse en la vida.
Schwermer es invitada por personas de todas partes del mundo, quienes les envían el pasaje para su traslado y también recibe invitaciones de distintas instituciones para dar conferencias o charlas sobre el estilo de vida que eligió.
En Alemania logró notoriedad cuando una radio local la invitó a una entrevista hace unos años. Luego hicieron lo mismo los canales de televisión y muchos medios gráficos, que publicaron artículos sobre su singular modo de vida que sirvieron para difundir su imagen y su proyecto.
También recibió críticas, de quienes consideraron que su pretensión era abusiva, ya que los demás tenían que trabajar para ella. Sin embargo, aunque reconoce que en parte se beneficia con el trabajo de otros, ella también trabaja para ellos brindándoles lo que necesitan, tiempo completo.
Cuántos quisieran pasar varios días con su terapeuta para poder decir todo aquello que no dijeron en su momento que ahora los esclaviza, en cambio tienen que limitarse a los cuarenta minutos de sesión y volver a la semana siguiente.
Los que viven en la calle tampoco se sienten identificados con esta mujer de clase media e instruida que no tiene nada porque no quiere.
Schwermer está convencida que esa es la forma en que todos deberían vivir y no atados a un viejo sistema que hace aguas por todos lados.
Algunos le preguntan qué hará cuando la edad la convierta en una carga en lugar de una ayuda, pero ella no quiere pensar en eso porque cree que todos los problemas, cuando ocurren, también son portadores de una solución.
Esta forma de vida le permitió recorrer buena parte del mundo, conocer muchas culturas y personas y vivir extraordinarias experiencias; cosas que jamás se atrevió a soñar.
Pero, ¿cómo es un día típico en la vida de Schwermer? Se levanta temprano, medita y luego se dedica a sus tareas diarias, que pueden variar dependiendo de donde se encuentre. Puede ser que tenga que ayudar en la casa de su anfitrión, dar una charla o simplemente pasear por la ciudad.
A pesar de su estilo de vida, Schwermer no se considera una nómada. Ella tiene un hogar, solo que no es un lugar físico, sino una red de personas y relaciones que ha construido a lo largo de los años.
Además de su trabajo como terapeuta, Schwermer también ha escrito varios libros sobre su experiencia de vivir sin dinero. En ellos, comparte sus pensamientos y reflexiones sobre la sociedad de consumo, la felicidad y el verdadero valor de las cosas.
Aunque su estilo de vida puede parecer extremo para algunos, Schwermer no busca convencer a nadie de que haga lo mismo. Sin embargo, espera que su historia inspire a las personas a reflexionar sobre sus propias vidas y a considerar si realmente necesitan todas las cosas que tienen.
A pesar de las dificultades y desafíos que ha enfrentado, Schwermer no se arrepiente de su decisión. Para ella, vivir sin dinero no es una privación, sino una liberación. Ha aprendido a apreciar las cosas simples de la vida y a encontrar alegría en las relaciones humanas, en lugar de en las posesiones materiales.
En su viaje, Schwermer ha conocido a muchas personas increíbles y ha tenido experiencias inolvidables. Ha aprendido que la generosidad y la bondad son valores universales, y que hay muchas formas de riqueza más allá del dinero.
Schwermer continúa viviendo sin dinero, compartiendo su historia y sus ideas con el mundo. Su vida es un testimonio de que es posible vivir de una manera diferente, más sencilla y más conectada con los demás.