El porvernir de una ilusión
Sigmund Freud en su El porvenir de una ilusión, libro en el que principalmente ataca a la religión por mantener a la humanidad en un estado infantil permanente, llegándola a asimilar a la neurosis infantil, establece una distinción interesante entre error, ilusión e idea delirante. Términos que habitualmente, sobre todo los dos primeros, se tiende a confundir. Parece razonable considerar una ilusión un error, entre otras cosas, porque la ilusión nos llevará a actuar erróneamente. Sin embargo, hay diferencias psicológicas que las sitúan en niveles diferentes.
Diferencia entre error e ilusión
Para evidenciar la distinción, Freud, en el mencionado libro, asegura que mientras era un error la opinión aristotélica que consideraba que la suciedad engendra parásitos, lo mismo que era un error la consideración de que la tabes dorsalis – enfermedad del sistema nervioso que es causada cuando la sífilis se encuentra en un estado avanzado- es consecuencia de los excesos sexuales.
Sin embargo, que Cristóbal Colón supusiese que había llegado a la India por una vía alternativa, es decir, que había descubierto un camino nuevo para llegar allí, cuando realmente se encontraba en otro continente, es una ilusión.
Pero, ¿entonces? Si vemos que todos los ejemplos muestran opiniones erróneas, que no se adecúan con la realidad, ¿por qué denominarlos de forma diferente?
A decir de Freud, existe una diferencia fundamental que hace temblar las fallas tectónicas de ambos términos situándolos a gran distancia entre sí: una de las características principales de la ilusión es que parte de los deseos de los que deriva.
Así, en los casos citados anteriormente, podemos comprobar que mientras Colón tenía un deseo confeso de encontrar una vía alternativa para llegar a la India, de hecho este fue el motivo de la expedición; ni Aristóteles ni los médicos que consideraban la tabes dorsalis como fruto de los excesos sexuales tenían un deseo de que esto fuera así. Sus observaciones les llevaron a conclusiones erróneas, no sus deseos.
Diferencia entre ilusión e idea delirante
La idea delirante, siempre, por definición, se sitúa en un plano contrario a la realidad. Nunca se puede conciliar con ella porque es irrealizable. Realmente tiene una estructura más compleja que la ilusión o el error, y entran en juego estados mentales y psicológicos diferentes, pero podemos, simplificando mucho, considerar ésta como la diferencia esencial entre ilusión e idea delirante.
Pero, tal vez alguna de las personas que estén leyendo esto ahora mismo, tras un respingo, se pregunten cómo puedo decir esto. ¿Acaso la ilusión de Colón no era contraria a la realidad?
Cierto, pero la ilusión, por definición, no es irrealizable. Así, Freud nos pone como ejemplo a una burguesa que esté ilusionada por la posibilidad de que un príncipe le solicite para ser su esposa, algo que alguna vez se ha cumplido (aquí podríamos cambiar burguesa por periodista, por ejemplo). No es habitual, es probable que no ocurra, pero hay un grado de posibilidad, por pequeño que sea.
Lo que sucede es que la ilusión no tiene porqué adecuarse con la realidad, porque prescinde de su relación con ésta, pero la idea delirante se contrapone a la realidad, choca contra ella, con todas sus fuerzas.
Imagen: pudimosperono.blogspot.com.es