Los Dioses Griegos del Olimpo-Segunda Parte
El Olimpo, en Grecia, fue la morada de los dioses. Era un lugar paradisíaco donde las divinidades pasaban el tiempo cómodamente, escuchando bella música, bebiendo bebidas exquisitas y consumiendo alimentos que los mantenía jóvenes y felices y les procuraban la inmortalidad.
Se relacionaban entre ellos mismos como una familia donde también podía haber tormentas que luego amainaban; y tenían el poder de intervenir en los asuntos humanos.
En la Ciudad de Olimpia fue construido el templo de Zeus, de gran envergadura y galardonado con piedras preciosas. La estatua de Zeus era de oro y marfil y estaba en el centro, sentado en su trono, coronado de olivo y rodeado de valiosos metales, finas piedras y ébano.
Los dioses principales griegos eran doce, comenzando por Zeus, que era el más importante. Los demás eran Ares, Poseidón, Hades, Hefestos, Apolo, Hera, Hestia, Atenea, Deméter, Artemisa y Afrodita.
Estas divinidades habitaban en esa ciudadela ubicada en la parte más alta del monte, detrás de una enorme puerta de nubes.
La leyenda del origen del Olimpo relata cómo comenzó el mundo. En primer lugar surgió el Caos, luego Gea (la tierra) y en tercer lugar Eros que representa la fuerza creadora del Universo.
De manera que desde el enfoque mítico no hubo creación de la nada sino que estas tres potencias se autogeneraron.
De Gea nace, sin intervención sexual, Urano, tan grande como ella para que la cubra y se convierta en su pareja, y que está representado por la bóveda celeste que rodea a la Tierra.
De la unión de Gea y Urano se gestan entre otros los Titanes, pero el padre no deja que salgan del vientre materno y Gea impulsa a sus hijos dentro suyo a vengarse de Urano por su sufrimiento.
El hijo más pequeño, Cronos lucha contra Urano y cuando éste intenta penetrar nuevamente en Gea (la tierra) Cronos lo ataca, derrama su semen al mar y lo castra.
Del semen de los genitales de Urano y el mar nace Afrodita, la diosa del amor y la sexualidad y de la sangre nacen las Erineas, que son los seres vengadores en los temas de la sangre.
Este mito se interpreta como la liberación del poder cósmico celestial que desde Afrodita vuelve a la Tierra y también se lo relaciona con el origen de la sexualidad.
De la misma manera se presenta la primera alusión de la enemistad entre padre e hijo ya que Urano, castrado, ya no juega ningún rol en la mitología griega.
Cronos asume el poder y reina en el Cosmos junto a su esposa Rea y de ellos nacen los Olímpicos, tutelados por Zeus, que en algún momento también tendrán que enfrentar a su padre.
Cronos y Rea engendraron a Poseidón, Hades, Deméter, Hestia y Hera, y Cronos, por temor de que le sucediera lo mismo que a su padre se traga a todos sus hijos en cuanto nacen.
Pero al nacer otro de sus hijos, llamado Zeus, Rea lo salva dándole a Cronos una piedra para que se tragara en su lugar y lo salva.
Zeus creció y obligó a su padre a vomitar a sus hermanos y fue allí cuando comenzó una gran guerra en los montes Olimpo y Otris que duró diez años.
Fue una batalla tan feroz que todo el universo tambaleó; hasta la victoria de Zeus que se repartió el mundo.
Hades gobernaría el mundo suberráneo, Poseidón sería el rey de los mares, y Zeus fue el rey de los dioses.
Zeus se casó con Hera y comenzó a reinar en el Olimpo estableciendo el orden.
Prometeo, una especie de primo rebelde, símbolo de la naturaleza humana, fue el creador de la raza de los hombres. Los formó con tierra y agua dándole la forma de un dios y así formó la primera generación de hombres que poblaron la tierra.
Prometeo fue el que enseñó todo a la generación de hombres en la tierra y además el que robó el fuego divino que estaba en el cielo para dárselo a ellos, convirtiéndose así en el símbolo del trabajo y de la cultura humana.