El mito de la primavera
La benigna, pacífica y bella Démeter (hija de Cronos y de Rea, diosa del trabajo humano: exactamente de aquel que correspondía a los antiguos pueblos agricultores con respecto a la agricultura, pues gracias a ella la semilla germinaba, el trigo maduraba y los árboles daban el fruto suficiente para que los hombres pudieran subsistir), había tenido una hija con Zeus, a la que llamó Proserpina.
Una mañana, nuestra protagonista se encontraba recogiendo flores en un bosque cerca de las claras aguas de la fuente de Pergo, bromeando con sus compañeras, y compitiendo en elegir las flores más bellas para hacer guirnaldas. En un momento dado, el dios del subterráneo mundo de los muertos, Plutón*, comenzó a espiarla y observarla a escondidas. Desde el mismo instante en que la vio por vez primera se enamoró de ella. Se dispuso a raptarla, subiendo rápidamente a su carro. Irrumpió entre las bellas jóvenes, las cuales huyeron aterrorizadas, aunque logró sin mucho esfuerzo dar caza a Proserpina, apoderándose de ella y subiéndola al carro negro. La muchacha intentó liberarse, pidiendo ayuda a sus compañeras, pero fue en vano.
Fue así como nuestra protagonista fue llevada al mundo de las tinieblas, de las sombras, y obligada a convertirse en la esposa de Plutón. Empero, mientras tanto, su madre la buscaba desesperadamente de un lado a otro del mundo, vagando sin descanso día y noche, haciéndose luz en las tinieblas con dos ramas de pino ardientes. Finalmente, llegó a Sicilia, donde encontró en la hierba de aquel bosque el cinturón que, su hija, había perdido en el rapto por motivos del forcejeo, observando de forma triste las flores esparcidas y pisoteadas. Llena de angustia y de cólera, maldijo a la tierra; a esa misma que no supo acudir al cuidado de su hija. Entonces, a sus palabras, todo lo que había sobre la Tierra cambió: los árboles fueron despojados de sus hojas, el cielo se llenaba de nubes grisáceas, las mieses del campo se marchitaron, y los lagos y ríos se helaron por completo.
Nadie conocía el lugar exacto donde se encontraba Proserpina. Pero Apolo, el dios luminoso que podría ver todo cuanto sucedía en la Tierra a través de su carro del Sol, decidió informar a Démeter acerca de la suerte que había corrido su querida hija. Ésta subió rápidamente al Olimpo, y le pidió ayuda a Zeus, el cual la ayudó todo cuanto pudo, logrando dar con el lugar exacto donde se encontraba, después de tanto buscarla.
Pasaron los días, y, una jornada, paseando Proserpina por los jardínes próximos a la mansión de Plutón, tuvo sed y, creyendo no ser vista, tomó una granada de un árbol, mordiendo siete granos. Sin embargo, Ascálafo (hijo malvado de una ninfa del Averno), la vio y la denunció.
Finalmente, Zeus decidió que la jóven sería esposa de Plutón durante seis meses, viviendo con él, pero, en los seis meses restantes, estaría al lado de su madre y podría ver la cálida luz del Sol.