The Walking Dead y la identidad personal
Anoche comencé a ver la cuarta temporada de «The Walking Dead», uno de los fenómenos televisivos del momento. El caso es que vi las tres primeras temporadas y la cuarta me pareció aburrida. Sin embargo, anoche, al no tener nada mejor que hacer, decidí retomarla. Vi cuatro o cinco capítulos. En el capítulo cuarto, titulado «Indiferencia», en los dos primeros minutos, me topé con un diálogo filosófico especialmente interesante y profundo, con una formulación elegante y sencilla, incluso convincente. En él una niña trataba un viejo problema filosófico: el de la identidad personal.
«The Walking Dead»
«The Walking Dead» es una serie de zombies, esto es, de personas que se mueren y se levantan como en trance y con un instinto caníbal más salvaje que el de cualquier animal. Cada vez que un zombie muerde a un humano, este muere y resucita como zombie. Y cada humano que muere, regresa a la vida como un zombie. La serie sitúa a un grupo de personajes que tratan de sobrevivir en un Apocalipsis zombie, es decir, en un escenario en el que hay muchos muertos vivientes y en el que los que quedan vivos se han «asalvajado» y viven en estado de naturaleza, aunque algunos grupos se rigen por una especie de pacto social.
En fin, este es más o menos el argumento de la serie. Con respecto al capítulo concreto del que hemos extraído este diálogo filosófico, el argumento es el siguiente: en la cuarta temporada de «The Walking Dead», los protagonistas intentan sobrevivir en una cárcel abandonada. Además de ellos hay más gente. El caso, es que en el tercer capítulo se declara una epidemia de gripe en la cárcel-refugio, con un alto grado de mortalidad. Así que los sanos deciden aislar a los refugiados en un ala de la prisión, el ala D. Allí, los encierran en celdas cuando están muy graves, ya que si mueren pueden levantarse convertidos en zombies.
En ese tercer capítulo, muere un personaje a causa de la gripe y deja huérfanas a dos niñas. Este las deja al cuidado de Carol (Melissa McBride) uno de los personajes principales en la cuarta temporada. En ese mismo capítulo tercero una de las niñas, Lizzie (Brighton Sharbino), contrae la gripe y es puesta en aislamiento. Y, así, el cuarto capítulo comienza con una conversación entre Carol Y Lizzie. En esta conversación es en la que nos encontramos la reflexión de Lizzie sobre la identidad personal, la cual no tiene desperdicio.
La metafísica de «The Walking Dead»
«The Walking Dead» es la versión televisiva de una serie de cómics, debí haberlo dicho antes, pero bueno, la vida es así. Yo los cómics no los he leído y no sé si aparecen este tipo de reflexiones. En la serie de televisión aparece al menos una interesante, la cual transcribo a continuación:
El razonamiento de Lizzie es el siguiente: el hecho de que se hayan convertido en zombies únicamente implica que han cambiado, pero no han dejado de ser «un alguien». Son distintos a cómo eran. Y para ella es algo natural, pues todo el mundo cambia: nacemos, crecemos, aprendemos a hablar, envejecemos, a lo largo de nuestra vida vamos cambiando, «todos cambiamos», pero esos cambios no implican que dejemos de existir o que seamos alguien distinto. Según el punto de vista de Lizzie, todo el mundo cambia a lo largo de su vida, pero a pesar de los cambios que se experimenta, siempre seguimos siendo nosotros mismos: «me haré mayor… Seré yo, aunque sea distinta».
Y, de forma análoga, ocurre con los zombies, según el punto de vista de Lizzie. El señor X se transforma en zombie. No recuerda a ninguna de las personas que le rodean, no sabe hablar, es violento, quiere comerse a todo el mundo, etc. pero, a pesar de que haya experimentado esos cambios, el señor X sigue siendo el señor X. Es el mismo individuo, pero ha cambiado. Las personas son, desde esta perspectiva, entidades que siempre son sí mismas, aunque experimentan cambios cualitativos. De nuevo, «me haré mayor… Seré yo, aunque sea distinta».
A la original visión de Lizzie, se opone la visión del resto de personajes: «X muere y resucita, pero en lugar de ser el mismo de siempre, se ha transformado en un peligroso monstruo caníbal. Por tanto, ha dejado de ser X». Así podríamos formularla. Para este punto de vista, es posible que se produzca un cambio cualitativo en las personas que haga que dejen de ser lo que son. Un ejemplo de este cambio es convertirse en zombie, es decir, en un ser violento, agresivo, caníbal, privado de razocinio, etc.
En la serie se muestran, creo recordar que en este capítulo cuarto, las consecuencias prácticas de seguir cada una de estas filosofías. Lizzie intenta domesticar a un zombie, sin embargo, está a punto de se mordida. El resto de personajes, que se rigen por la segunda concepción, no se enfrentan a este tipo de problemas. Desde este punto de vista, la segunda concepción es en la correcta.
En el mundo real, sin embargo, tendemos a tener una visión más similar a la expresada por Lizzie. Entendemos que, por mucho que una persona cambie, merece recibir un trato tan respetuoso como siempre, porque a pesar de los cambios, siempre es sí misma, aunque cambiada. En algunos casos, los cambios son muy drásticos y afectan a aspectos importantes del individuo, como en el caso de quien sufre Alzheimer o algún tipo de demencia, pero con todo, el individuo sigue siendo el mismo, aunque no lo pueda recordar. Por supuesto, no sabemos si tendríamos este mismo punto de vista si nuestros parientes muertos volvieran a la vida para devorarnos, pero esto es ya fantasía.