¿Qué es el fatalismo?
El fatalismo es una creencia bastante antigua según la cual, dado que el futuro está determinado no tiene sentido que nos paremos a deliberar o a actuar para cambiar los acontecimientos. Aquí hay que tener en cuenta que, si bien los fatalistas son deterministas, no todo determinista causal es un fatalista. En efecto, hay deterministas que opinan que ciertos cursos de acción determinan unos futuribles en lugar de otros.
El fatalismo en la antigüedad
Una de las formas en las que el punto de vista fatalista se ha manifestado ha sido a través de los mitos. Los mitos griegos eran, en este sentido, auténticos relatos fatalistas. La mayoría de ellos estaban relacionados con el destino y tenían, más o menos, la siguiente forma: X, un héroe griego, guapo, fuerte y valiente, tenía conocimiento de su destino. Por ejemplo, X visitaba al oráculo de Delfos y este le decía que acabaría muriendo a manos de su primogénito, Y. X entonces se enfrascaba en un curso de acción destinado a evitar tan fatal destino. Sin embargo, era precisamente el curso de acción iniciado por X el que llevaba directamente a la consecución de tan trágico destino. La moraleja de estos relatos era que, hiciera X lo que hiciera su destino no podía cambiarse.
El argumento ocioso
El argumento ocioso es el argumento estrella para sostener la creencia fatalista. Este se parece mucho a la sinopsis de cualquiera de los mitos a los que hemos hecho mención. El argumento ocioso tiene la siguiente forma: «si el destino de este cachorro es que se convierta en un fiero perro guardián, entonces este cachorro se convertirá en un fiero perro guardián, tanto si lo alimentas como si no. Y si el destino de este cachorro no es convertirse en un fiero perro guardián, entonces tanto si lo alimentas como si no, este cachorro jamás se convertirá en un fiero perro guardián. Por lo tanto, dado que el destino está fijado en ambos casos, es ocioso que alimentes al cachorro».
La consecuencia que tiene este argumento, además de la consecuencia particular de cada caso concreto, es que dado que nuestras elecciones y acciones no afectan al futuro porque este ya está determinado, no merece la pena mover un dedo.
El fatalismo y los viajes en el tiempo
Si en el primer epígrafe hemos visto cómo se presentaba el fatalismo en la antigüedad, ahora vamos a hablar un poco del modo en que esta creencia se manifiesta en nuestra cultura actual. En este caso, el fatalismo es recurrente en las historia de viajes en el tiempo. El formato que suele tener en estos casos es el siguiente: X, un habitante de futuro apocalíptico, quiere cambiar la historia para evitar tan indeseable futuro. Para ello X viaja al pasado para evitar algún acontecimiento histórico crucial. Sin embargo, resulta que el mismo curso de acción de X contribuye a que el mundo del futuro sea tan apocalíptico que X decida viajar al pasado para intentar cambiarlo. De modo que tanto si X intenta hacer algo para cambiar el futuro, como si no hace nada, el futuro será el que está escrito que sea.