Filosofía

El Chamanismo

Publicado por Malena

El Chamanismo es una práctica espiritual que permite acceder a niveles de conciencia más elevados, desprenderse de la negatividad y lograr la transformación personal.

Ana María Llamazares, antropóloga, autora de “Occidente herido. El potencial sanador del chamanismo en el mundo contemporáneo”; está convencida que la cultura occidental está desconectada de sus fuentes, lo que provoca continuas fragmentaciones que destruyen nuestro cuerpo y espíritu.

Esta ruptura con nuestras raíces más profundas ha llevado a la violencia, la miseria, el enfrentamiento, la tiranía, la represión, la discriminación, el materialismo y a la destrucción de la naturaleza.

Occidente ha perdido el alma, su naturaleza espiritual, su ser interior y su guía trascendente.

Algunos valores del Chamanismo pueden ser una respuesta para la necesidad de trascendencia de la gente, para poder recuperar el sentido del mundo, rescatar los afectos y poder abrirse a la realidad espiritual.

El Chamanismo, común en muchas culturas totalmente diferentes de distintas razas de todos los continentes, es la forma más antigua de conectarse con otros planos de la realidad.

La visión del mundo del Chamanismo es que el universo es profundamente espiritual, donde todo tiene alma y vida.

Los chamanes logran estados de conciencia que les permiten conectarse espiritualmente con el espíritu de animales, plantas, minerales y fenómenos naturales y antes de utilizar un producto de la naturaleza, la honran, para que ésta les conceda ese poder para lograr la energía que necesitan.

Una de las funciones de un chamán es curar a los enfermos. La mujer tiene un papel importante en este sentido porque tiene más desarrollado el poder de la intuición.

La medicina chamánica considera al hombre una unidad cuerpo, mente y espíritu y a la enfermedad un desequilibrio entre estos distintos planos de la existencia.

Otra de las funciones de un chaman es liberar de la presencia de espíritus malignos, hacer desaparecer la fuente del daño o la energía negativa para restaurar el equilibrio de los planos energéticos.

El chamán amplía su conciencia y traslada su espíritu a otros mundos, otras realidades, otros niveles de conciencia entrando en un estado de éxtasis.

El chaman logra la transformación de la enfermedad en salud, tiene poder sobre los elementos y puede hacer que termine una sequía que afecta a la comunidad.

Un chaman aprende a morir para volver a renacer. Por lo general se trata de personas que reciben señales sobrenaturales sobre su vocación, como por ejemplo, recuperarse de una enfermedad grave o sobrevivir a situaciones de riesgo como la caída de un rayo.

El chamanismo ha sobrevivido porque es una visión del mundo que propone vivir de otra manera más saludable, aceptando la realidad como es, logrando convivir con lo que es diferente, permanecer en contacto permanente con el espíritu, con lo multidimensional y lo energético e intentando restaurar la armonía de los contrarios.

Para sanar el cuerpo, la mente y el espíritu una persona puede conectarse profundamente por ejemplo con el espíritu de un árbol; puede ser cualquier árbol, el que uno desee y pedirle ayuda para transmutar sus energías.

Podemos darnos cuenta de que ese árbol es sanador si sentimos una grata sensación al apoyar la espalda en su tronco. Luego, apoyando bien los pies en la tierra, hay que abrazar el árbol apoyando la frente sobre él y tocando el tronco con la cabeza y las manos.

En ese momento hay que visualizar lo que se desea transformar, ya sea un miedo, un dolor, un odio, una depresión, una enfermedad y pedirle al árbol que se lo lleve al centro de la Tierra.

A través del tronco, el ser humano puede vaciar toda su energía negativa hasta las raíces de ese árbol, pidiendo a la vez que el brillo de una luz verde baje por sus ramas y hojas y penetre en los espacios que han sido liberados.

Luego, se deja una ofrenda en el árbol sanador, que puede ser una lágrima.

Fuente: «»Occidente herido, el potencial sanador del chamanismo en el mundo contemporáneo»; Ana María Llamazares, Antropóloga por la Universidad de Buenos Aires, con posgrado en Epistemología y Metodología de la investigación, directora de la Fundación desde América, Investigadora del Conicet, Docente en la Universidad de Tres de Febrero, Buenos Aires.